EL GALGO EN LA ROMA ANTIGUA



El ser humano comenzó a utilizar lebreles hace mucho tiempo, posiblemente pueblos nómadas hace más de 10.000 años, con evidencia de que en lugares como Turquía, el Sáhara y Levante español ya se utilizaban para este fin. De hecho, razas de lebreles como el Saluki se consideran como las más antiguas conocidas.

Egipcios, griegos y romanos utilizaron lebreles para el ejercicio de la caza, siendo el "Vertragus" de origen celta y romano, uno de los precursores del Galgo español.
La palabra galgo procede del latín Gallicus, que quiere decir "perro de la Galia", término que evolucionó posteriormente en “galgus” y posteriormente a galgo. La palabra lebrel procede del galgo leporario (aquel que persigue liebres).
No es extraño que cuando se hable de Imperio Romano, se hable de una época de crueldad entorno a los animales, que de eso no hay duda, puesto que los mosaicos y las pinturas, que de ello existen, lo atestiguan.
                                                    Galgo árabe 
Pero paradojas de la vida, también los romanos, fueron los primeros en tener mascotas, a los que prestaban todo tipo de cuidados que necesitasen
Por ejemplo, el galgo fue para la cultura romana un aclamado cazador y acompañante de la sociedad aristocrática, claro que tomaron nota, de la tradición adquirida de Egipto. En toda domus romana(vivienda) no faltaba esa raza de perro pues daba estatus y posición por su figura estilizada.

La pasión de los ciudadanos romanos por tener un perro en casa hizo que se buscara la raza de perro más pequeña (poco más o menos como pasa en los hogares actuales).
Y claro algo tenía que pasar para que Julio César se llegase a hacerse la siguiente pregunta - ¿Las damas romanas habrán renunciado a tener hijos en favor de estos canes domésticos?
                                                  Podenco 
La estrella de las razas más populares fue el lebrel italiano, eran bañados, pelados y perfumados y descansaban sobre cojines de seda. Siguiéndole muy de cerca estaba el galgo irlandés
Todas las pistas nos llevan a que fuesen los Celtas, los que llevaron a estos perros a Grecia en el 273 d. C. No obstante no tuvieron el éxito esperado pues les pareció un perro raro.
En el 391 d. C, el hermano del cónsul Quinto Aurelio Simmaco le regaló a este siete gentiles gigantes como presente desde la Galia. Los historiadores indican que era grande como un burro y que el mastín no era rival para el fervor del galgo irlandés.

Siempre se les ha respetado por su rapidez en la caza, aunque no fuesen los romanos los primeros en utilizarlos en las carreras, ya desde muchos años atrás, fue una actividad enormemente popular entre los celtas del noroeste de Roma y los etruscos del norte; no obstante sí fueron los primeros en apostar dinero en el este “juego”.
Tradicionalmente se colocaban dos galgos en un área donde soltaban una liebre para cazarla. A veces no conseguían asirla por lo que se consideraba el vencedor el que más veloz había sido.
El cariño por los perros queda plasmado por varios autores y poetas romanos. Por ejemplo: Plinio el viejo; en su Historia Natural narraba el afecto que se profesaba a estos animales de cuatro patas.

No crean ustedes que el cartel donde pone “Cuidado con el perro” es de ahora, pues no, ya que en singulares mosaicos, colocados en la entrada de las casas y villas romanas, se podía leer “Cave canem”.
                                             Galgo ruso 
Los perros acompañaron a los romanos en sus campañas y probaban su valor como protectores en el campo de batalla como en las propiedades privadas, pero en ellos tuvo un lugar privilegiado el lebrel.
Si en tiempos pasados, los galgos, tuvieron un estatus y categoría elevadas, devolvámosle su posición hoy día, no más sufrimiento para este bello animal.
Es en la Edad Media cuando se forja y forma el Galgo Español. Conforme avanza la Reconquista, se van repoblando las tierras que pasan al dominio de los reyes cristianos.

"El lebrel, el caballo y el galguero eran tres grandes guerreros". Nos da constancia del aprecio que el Galgo suscitaba en estos años el gran número de leyes que penalizan su hurto o su muerte
 El cultivo de la tierra y fundamentalmente el pastoreo se crean como sistemas de supervivencia. En este momento se iniciaba la que posteriormente sería la mayor potencia destructiva del medio ambiente, la desarrollada por ganaderos y agricultores mediante una intensa labor de deforestación que en España ocuparía toda la  Edad Media.

La liebre se asienta en los terrenos de siembra. Las grandes extensiones de terrenos baldíos y barbechos producen un incremento de las piezas de caza, consolidándose la tradición a las carreras de liebres con Galgos, práctica común tanto en los reinos árabes como cristianos.

Conocemos tres variedades de Galgo Español: la de pelo liso, la de pelo largo -prácticamente inexistente- y la de pelo duro. De las tres, la primera es la que encontramos fácilmente en los certámenes caninos de belleza, en las pruebas de campo y en las competiciones que tienen lugar en los canódromos.

El galgo español está estupendamente adaptado a la geografía ibérica, a la aridez de nuestros campos y a nuestro clima cambiante y anárquico.

El Galgo de pelo liso se ha convertido en la variedad idónea y mejor adaptada con el paso de los años;  y es que la naturaleza se ha encargado de formar una raza que soportara inmejorablemente la agresión de los animales salvajes y el roce de las zarzas y rocas. El Galgo nos recuerda a los remotos perros faraónicos, que figuraban en las tumbas del antiguo Egipto.
Es posible, sin temor a equivocarnos, que podemos asegurar que el Galgo Español es un descendiente del Vertades Romano, que llegó a España junto con los romanos.
Esta raza romana, a su vez desciende del Lebrel Egipcio, por lo que no es de extrañar que el Galgo Español se asemeje a esta raza faraónica. La única diferencia destacable es la colocación de las orejas, puesto que, mientras que estos perros egipcios poseían unas orejas erguidas, el Galgo luce unas orejas semiáridas en rosa.

Otra hipótesis afirma que los Celtas fueron los que trajeron el Galgo a la península cuando se instalaron en las Galias, y de ahí el nombre de Galgo del latín Canis Gallicus. De lo que no hay ninguna duda es que el Galgo viene de los antiguos perros faraónicos.

Hay aún otra hipótesis, que no parece muy lógica, según la cual desciende del Sloughi, y llegó a España con los árabes hacia el siglo IX.
                                                Galgo persa
Las últimos hallazgos apuntan una posibilidad, que llegaron dos ramas de perros parecidos provenientes de dos puntos diferentes (los romanos y los Celtas) y que los sucesivos cruces entre ellos a lo largo de los años podrían explicar la diferencia que existe entre los Podencos y los Galgos.
https://notasdemascotas.com/wp-content/uploads/2017/08/raza-galgo-italiano.jpg


div id="google_translate_element">