MALLEUS MALEFICARUM El Martillo de las brujas libro




Malleus Maleficarum o El Martillo de las Brujas (en alemán Der Hexenhammer) es un libro escrito en 1486 y publicado en Alemania en 1487 por el fraile dominico e inquisidor Heinrich Krämer, en colaboración con Jacob Sprenger.
Su lectura produce en primer lugar incredulidad, luego espanto, indignación y pena. Nunca ningún otro libro pudo causar tanta maldad en el mundo ni tener tan trágicas consecuencias como lo tuvo su redacción.



La creación de la Inquisición en el 1231, se debe Gregorio IX , pero lo que en un principio se creó para perseguir a aquellos que se oponían al “reinado” de la Iglesia, en apenas dos siglos, se convirtió en la persecución de brujas, adivinos y blasfemos.


Este libro fue escrito entre los años 1485 y 1486 por dos monjes dominicos, Jacobus Sprenger y Heinrich Kramer, quienes se encargaron de recoger en sus páginas la descripción de lo que entonces podían considerarse actos impuros y realizados bajo la posesión del demonio.

Durante tres siglos este Martillo de los Brujos fue el libro de cabecera del Tribunal de la Inquisición, la obra que sirvió a sacerdotes, y a jueces católicos a llevar a la hoguera a quienes ellos consideraban que rendían culto a la brujería.

En él, se recoge experiencias inquisitoriales de los siglos XIII y XIV, basando sus argumentos en el Manual de Inquisidores de Raimundo de Peñafort, así como del Directorio o Manual de los Inquisidores de Nicolás Eymeric.

Es un tratado con el que se trataba de advertir sobre la existencia de las brujas; a la par, que se describían las supuestas actividades de estas mujeres, y también ser guía en los procesos pertinentes para encontrar y detener brujas, así como obtener pruebas que las incriminaran y condenarlas.
El Malleus Maleficarum se divide en tres secciones:
En la sección I, se habla de las tres características de la brujería: el Demonio, la bruja y la permisión de Dios. Así, de esta manera, la primera sección intenta demostrar que, dado que el Demonio existe, está permitida, entonces, la existencia de brujas que le ayudan mediante la brujería; argumentando, además, que era mayor el número de mujeres brujas que de hombres brujos,
Pero hay que decir que lo anterior, está basado en la falsa etimología del vocablo fémina que supuestamente se derivaba de los vocablos fe y minus menor, es decir, infiel. Desde luego, esta es una interpretación errónea del vocablo y realmente fémina etimológicamente significa la que amamanta o da de mamar.

En cuanto la Sección II, en ella se describen algunos estilos de brujería, y para ello se basaban en los casos más conocidos de aquella época, donde se describen, poderes de las brujas y las formas en que éstas son seleccionadas por el Diablo.

Estamos en la Sección III: en la cual se detallan los medios para perseguir, detener, enjuiciar y castigar a las brujas. Se recalca en esta sección, los métodos de tortura aplicados para que la bruja confesara, así como los procedimientos utilizados por los inquisidores para evitar ser a su vez embrujados.

Esta obra es todo un camino de cómo confundir al reo y empujarlo a declararse culpable.
Tienen el hábito de comer y devorar a los niños de su misma especie”, “causan el granizo y tempestades y rayos, y esterilidad en los hombres”, “echan al agua a los niños que caminan junto a las orillas”, “encabritan a los caballos”, “se transportan por el aire”, “despertar horror en las mentes”, “practican la lujuria carnal con los demonios” …
Brotaron, como siempre, masas, que luchaban contra esa injusticia; sectas que se ocultaban confiadas en sus propias creencias, como los cátaros o los albigenses que no reconocían la autoridad de reyes ni obispos. Por ello fueron acorralados.

No obstante, aquellas persecuciones, que eran inicialmente populares, pues cuando se les capturaba, no existían, ni juicios ni condenas, pronto la Iglesia se vio en un dilema, pasar o institucionalizar aquellas persecuciones para darle validez.


En el Concilio Ecuménico de Letrán, en el año 1215 se convirtieron en Leyes las sanciones para aquellos herejes.
Hasta 29 ediciones se imprimieron del Malleus Maleficarum, teniendo sus principales focos de atención en Alemania, Francia e Italia.



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