Y es que, aunque puede que
llegara a ser más conocida por su faceta de actriz que por sus aportaciones a
la ciencia, Hedy Lamarr era una mujer inteligente que usó sus conocimientos
sobre ingeniería y su valentía para luchar contra los nazis.
Gracias a su desarrollo de la
primera versión del espectro ensanchado, se diseñaron torpedos teledirigidos
por radio que resultaban totalmente invisibles a los enemigos, siendo de gran
utilidad no sólo para el ejército, sino también para que podáis estar
conectados a la red leyendo este artículo hoy en día.
Hija de un banquero y una
pianista judíos, Hedwig Eva María Kiesler nació en Budapest, en 1914. Su gran
inteligencia y su interés por la tecnología la llevaron a comenzar a estudiar
ingeniería a los 16 años, pero, tres años después, abandonó los estudios para
comenzar su carrera de actriz.
Su fama llegó pronto, con el
estreno de la película Éxtasis, en 1933.
Precisamente fue por una escena de este filme por la que se convirtió en
la primera mujer en aparecer totalmente desnuda en una película comercial, algo
que le abría abierto el camino a nuevos papeles.
Sin embargo, más bien le abrió
las puertas del matrimonio; ya que, al verla, se sintió atraído por ella
Friedrich Mandl, un magnate de la industria armamentística, que acordó un
matrimonio de conveniencia con sus padres, como correspondía a la época.
Friedrich, que proveía de armas a
los dictadores Hitler y Mussolini, trataba a su esposa como un verdadero
tirano, llegando a ser tan celoso que trataba de adueñarse de todas las
películas en las que ella saliese desnuda. Además, la mantenía encerrada en
casa, algo que llevó a la joven actriz a tener que abandonar su carrera
cinematográfica; pero, también, a retomar la de ingeniera en secreto.
Finalmente, en 1937, pudo escapar
hacia París, de allí a Londres y finalmente a Estados Unidos, donde consiguió
un contrato de siete años en su nueva carrera como actriz, esta vez con el que
fue su nombre artístico hasta el día de su muerte, en el 2000: Hedy Lamarr.
Lógicamente, su condición de
judía y el hecho de haber estado enclaustrada por uno de los principales
proveedores de armas de Hitler, despertó en Hedy un gran odio hacia los nazis.
Esto la llevó a colaborar con
Estados Unidos, aportando toda la información que había podido reunir
escuchando conversaciones de los contactos de su marido. Sin embargo, no quiso
terminar su colaboración ahí y decidió usar sus conocimientos de ingeniería
para trabajar en la búsqueda de nuevas tecnologías militares.
Tenía claro que el ejército se
oponía al uso de misiles teledirigidos por el miedo a que el enemigo pudiese
interceptar las señales de radio que los controlaban, por lo que se propuso
inventar un modo de hacerlos totalmente indetectables.
De este modo, en colaboración con el compositor George Antheil, diseñó un sistema de comunicación secreta basado en un mecanismo de salto de frecuencia que, además de servir para la creación de torpedos teledirigidos seguros, sirvió como base para la creación de los sistemas actuales de modulación de señales usados en telecomunicaciones, incluyendo las redes de Wifi y Bluetooth.
Aunque en ese momento el ejército
decidió no usar el invento de Hedy Lamarr y George Antheil, no cayó en el
olvido y, después de ser patentado en los años 50, pasó a ser utilizado
repetidas veces, siendo la primera en 1962, cuando sirvió para la creación de
boyas rastreadoras marinas durante la Crisis de los misiles de Cuba.
Hedy no se resignó al matrimonio
infeliz que parecía corresponderle por su condición de mujer y decidió usar su
inteligencia y su arrojo para conseguir grandes cosas. Hasta el punto de que el
Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre, coincidiendo con su cumpleaños.
Y es que, sin duda, su memoria se merece ese homenaje y muchísimos más.
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