Nació en 1893 en Tatoi,
un palacio con una finca de 4.100 hectáreas, situada a 20 kilómetros de
Atenas.
Su infancia bastante feliz junto a sus hermanos. Su educación fue esmerada además
pudo visitar todos los países donde reinaban sus regios familiares, en todo
Europa.
y de su esposa Sofia de Prusia,
por lo tanto, era biznieto de la Reina Victoria de Inglaterra, a la que más
frecuentemente visitaba puesto que la relación familiar entre los reinantes
griegos y la reinante británica era inmejorable.
Alejandro estudió en
la academia militar griega mientras su hermano mayor, heredero de la corona, lo
hacía en Alemania. Por lo se dice de él, no debía de destacar por su
inteligencia, pero si lo hizo en combate durante la guerra de los Balcanes.
1914 estalla la
Primera Guerra Mundial. Su padre, el rey
Constantino, intenta que Grecia permanezca neutral. No obstante, su Primer
Ministro Venizelos, es partidario de que Grecia se una a los aliados dentro de
la Triple Entente.
La Triple Entente es
la alianza diplomática y militar organizada a partir de 1907 entre Gran Bretaña
(Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda), Francia (Tercera República Francesa) y
Rusia (Imperio Ruso).
A pesar de que el
rey Constantino seguía clamando por la neutralidad de su país, lo cierto es que
los aliados consideraban que el Rey había tomado partido por los alemanes. Su
admiración por el sistema militar germánico era patente.
Con sus
enfrentamientos, Rey y Primer Ministro, no hicieron otra cosa que dividir el
pueblo heleno en dos bandos: los republicanos liberales que apoyaban a
Venizelos y los monárquicos que seguían al Rey.
Así que el país se
encontraba al borde de la guerra civil, puesto que se habían establecido dos
gobiernos paralelos, el del Primer Ministro y el del Rey.
En definitiva, en
junio de 1917, el Alto Comisario de los Aliados en Atenas solicitó la renuncia
del rey Constantino y de su heredero, el príncipe Jorge.
El segundo hijo del
rey Constantino I de Grecia, sucedió a su padre en 1917 después de que los
Aliados hubieran obligado a este último y a su hijo mayor, el diádocos Jorge a
partir al exilio en Suiza. Lo haría en una ceremonia triste y desangelada y
cuando todavía no había cumplido los veinticuatro años. No había nacido para
ser rey ni había sido educado para tal fin.
Sin experiencia
política real, el nuevo soberano estuvo privado de todo poder por la facción
venezelista y hecho prisionero en su propio palacio. Su primer ministro, el
cretense Eleftherios Venizelos, gobernó con el apoyo de las potencias de la
Triple Entente.
Convertido en un
mero pelele, Alejandro I apoyó a las tropas griegas en su guerra contra
Bulgaria y el Imperio otomano. Finalmente, se convirtió en el soberano de una
Grecia cuyo territorio había aumentado considerablemente tras la Primera Guerra
Mundial y el inicio de la Guerra greco-turca.
Alejandro no sentía
ningún deseo de serlo, ni tenía ambiciones políticas, solo tenía una candidata
que no era apropiada para un soberano
Alejandro ve desde
la ventana de su habitación partir a sus padres y a su hermano hacia el exilio.
Después, se ve obligado a encargar a Venizelos, la formación de un nuevo gobierno.
Desde ese momento Grecia entra en guerra al lado de los aliados
El nuevo Rey se
siente solo, su Primer Ministro se ha encargado de apartar a sus amigos, de
interceptar las cartas que le llegaban de su familia, y por supuesto, de
limitar sus funciones reales. Solo le
permiten algunas salidas, con la intención de alentar a las tropas y un montón
de papeles para firmar, que a veces ni leía.
La promesa de
Alejandro a su padre, de no casarse con la mujer de la que estaba enamorado hasta
que no cambiase el panorama político en Grecia, queda en agua de borrajas y se
desposa con Aspasia Manos, una plebeya.
Bueno lo de plebeya,
tal y como suena, parece que lo hubiese hecho con una persona sin títulos, pero
eso o era verdad, Aspasia pertenecía a una de las mejores familias de la
nobleza helénica pero no era de sangre real.
Este matrimonio,
por mucho amor que los dos enamorados sintiesen, no recibiría la autorización
ni de la familia real ni del Primer Ministro. Así que nos les queda otro
remedio que hacerlo en secreto el año 1919. Pero ya se sabe los secretos en los
palacios donde las paredes oyen, son harto difíciles de guardar.
Cuando sale a la
luz que el matrimonio se había celebrado sin autorización debida, el escándalo
sacude Grecia
Las consecuencias
no tardan en aparecer: el matrimonio es legal a todas luces, pero Aspasia jamás
ostentaría el título de reina de Grecia y cuando tuviesen que referirse a ella
o llamarla se emplearía únicamente “señorita Manos”
Asimismo, se la
obligó a abandonar el país y Aspasia se trasladó a París. Posteriormente, en el
verano de 1920, el gobierno autorizó que el matrimonio residiera en Grecia,
pero siempre y cuando esta unión permaneciera en secreto. La alegría de los
esposos fue grande ya que además Aspasia anunció que se encontraba embarazada.
Como suele decirse
que poco dura la felicidad en la casa de pobre, esta vez se diría, que poco
dura la felicidad en la casa del rico. Nos encontramos en octubre de 1920 y
Alejandro I de Grecia estaba en los jardines del palacio de Tatoi acompañado
por su mascota, un perro, cuando este fue atacado por uno de sus monos.
Alejandro defendió
a su perro golpeando al mono con un bastón, pero, este se revolvió y mordió al
monarca. Una de las peores heridas la sufrió en la pierna. Lo que en un principio pareció una herida
banal empezó a complicarse y pasados diez días la fiebre hizo su aparición y en
la herida de la pierna se presentó una enorme infección.
La duda de los
médicos ante la amputación originó que a los pocos días la infección se
generalizase. El 23 de octubre Alejandro I de Grecia moría víctima de una infección.
La terrible noticia llega hasta Suiza donde los padres y el hermano de
Alejandro residían.
Su madre solicitó al
gobierno heleno que se le permitiera entrar al país para ver a su hijo. Se le
negó la autorización y tan sólo se permitió a su abuela – la reina madre Olga-
que acudiera. Cuando llegó Alejandro ya había fallecido.
El funeral se
celebró en la Catedral de Atenas y tan sólo la reina madre Olga estuvo presente
como representante de la Familia Real. Alejandro
I fue enterrado en el Cementerio Real del palacio de Tatoi. Tenía veintisiete
años.
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