AMORES ANCHORENA Y KAVANAGH



La historia de hoy nos lleva hasta la capital de Argentina- Buenos Aires, donde el enfrentamiento entre una familia con título y otra burguesa, encadenará un serie de sucesos con un final nada feliz

Se trata de los Anchorena, que pertenecen a los primeros y a los Kavanagh, que son los segundos. Como consecuencia o fruto de estas pugnas, se construyó en 1935, uno de los famosos más famosos edificios de la ciudad de Buenos Aires, el edificio Kavanagh, admirado por todo el mundo, por su arquitectura y sus lujosos detalles.

Comencemos por indicar, que a comienzos del siglo XIX, el apellido Anchorena, no era tan noble como se podría pensar, ya que cuando el primer Anchorena, llegó a estas tierras, en 1750, el único capital del que disponía era, una voluntad de hierro, muchos ingenio y su sudor.
Juan Esteban Anchorena era su nombre, quien a través de sus negocios mercantiles, logró obtener pingues beneficios y con ello una cuenta corriente que para así, la quieran muchos

Y de rebote, esta pequeña fortuna, hizo que pudiese pedir la mano de una hermosa dama, de orígenes nobiliarios y rioplatenses, que atravesaba bastantes dificultades económicas.
Unido alcurnia y dinero, se salvaguardaba a ambas familias, una practica muy común, en aquel momento histórico, o sea por conveniencia.

Romana López de Anaga y Gárniz de las Cuevas, por apellidos que no quede, pero así se llamaba la novia. Con aquel enlace a Juan Esteban Anchorena, se le abrirían los palacetes de las familias más notables de Buenos Aires, máxime si se le supondría aumentar sus contactos y por añadidura, la ampliación de sus negocios

Y tal y como supuso Esteban, llegó a convertirse en un gran empresario a la vez que disfrutaba de una nueva condición social. Pero…siempre existe un pero, Esteban, dos años antes de la Revolución de Mayo, fallece, dejando una gran fortuna a sus descendientes. Que como eran como él, la multiplicaron

Tras la Independencia, el apellido Anchorena, correspondía a las personas dueñas de una enorme cantidad de tierras, pues habían sabido invertir en el temas rural.

En 1912, Mercedes Castellanos de Anchorena, hace construir sobre calle San Martín al 1000, la basílica del Santísimo Sacramento. De más está decir, que Mercedes era fervientemente católica y poseía mucho dinero. Basílica que se tardó en construir cuatro años


Doña Mercedes no escatimó el dinero para que el altar fuese de oro y plata, en su mayor parte, en especial la custodia. Luego el mármol italiano abunda, así como venecianos mosaicos, bronce
La basílica tardo cuatro años en construirse. El altar se hizo de oro y plata en su mayor parte, en especial la custodia. En esta construcción abunda el mármol italiano, mosaicos venecianos, bronce, vitrales, granito y roble.

La función de la construcción no solo era hacer una “casa del señor”, también para que sirviese como lugar donde reposar los restos de la familia, desde ese momento, que residía en el Palacio San Martín, un edificio

La familia Anchorena vivía en Palacio San Martín, un soberbio edificio que, desde 1936, comenzó a funcionar como el edificio de la Cancillería.
Si nos paramos a pensar, un poco, posiblemente la historia este enfrentamiento, se deba a una leyenda urbana. Allá por los años 30, Corina Kavanagh, debía tener un romance,

Esta historia de enfrentamiento entre familias quizás sea sólo un mito que circula por algunos espacios… se dice que en los años 30, Corina Kavanagh, tenía un romance con un hijo de Mercedes y que esta no lo aprobaba.

Los motivos de esta desaprobación: Corina tenía dinero pero su familia no tenía ningún título nobiliario. Aunque a los Anchorena les viene muy bien este refrán “Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el ojo propio”, porque es bien sabido que dicho apellido, lo tenían y lo usaban, después de que el patriarca, se casase por interés, o sea para conseguirlo de una familia que si lo tenía desde el siglo XVIII.

La férrea oposición de Doña Mercedes condujo a la separación de los jóvenes. Más que satisfecha, la dama centró toda su atención en el proyecto que tenía in mente: comprar una casona y edificar allí un gran templo que funcionara como una extensión de su propio palacio.

Sin embargo Doña Mercedes se iba a encontrar con la horma de su zapato, ya que Corina enterada del sueño de su “suegra”, compró todo el lote. Después contrató a un par de arquitectos para que construyeran un edificio de hormigón armado de 120 metros de altura, evitando que la Basílica pueda ser vista de frente, desde cualquier punto, pero especialmente desde un palacete del otro lado de la plaza San Martín.


Y así de esta forma se construyó el edificio Kavanagh, uno de los más famosos de Buenos Aires, ubicado en Retiro, uniendo con un pasaje las calles Florida y San Martín, frente a la plaza del mismo nombre.

Se construyó en tan solo 14 meses, entre 1934 y 1936 y fue todo un acontecimiento, puesto que por entonces, con sus 120 metros, era el edificio más alto de Latinoamérica. A la vez de ser la construcción de hormigón armado más alta del mundo, y el primero en tener aire acondicionado en todos los apartamentos

El de Corina ocupa toda la planta del piso 14, siendo el total de 32 plantas El estudio de arquitectos Sánchez, Lagos y De la Torre basó sus cimientos en 2.400 metros cuadrados para construir sobre ellos esos 32 pisos, con una superficie construida de 29.000. Los 107 departamentos son espaciosos y, una curiosidad, no hay dos iguales.

Algunos no aprueban esta historia, por un simple o gran detalle, que Mercedes Anchorena murió en 1920, por lo que hemos expuesto antes, de que puede tratarse de una leyenda urbana.
No finalizamos este artículo sin contarles que:  el único lugar desde donde es posible ver de frente la maravillosa basílica del Santísimo, es la entrada por la calle San Martín al pasaje que une al edificio con el hotel Plaza. Este pequeño pasaje se llama Corina Kavanagh, ¿una asombrosa coincidencia?

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