Un buen día, un pequeño asno, caminaba muy
lentamente por una vereda, cuando a lo lejos en un gran prado, corría
velozmente un hermoso caballo.
Caminó hasta llega hasta él. Cuando estuvo a su
altura se detuvo y le dijo
-
- Enhorabuena señor caballo, por la vida de
lleva, siempre corriendo en el prado, alimentado sin hacer nada y cuidado
El caballo le miró, pero no dijo nada
El asno prosiguió – Yo en cambio tengo que hacer los
trabajos más pesados y casi ni como, ni siquiera me dan descanso-
Al poco la guerra estalló y el asno en la lejanía,
observó cómo un hombre vestido con ropa de soldado, se subió a su grupa y
desapareció
meses pasaron y la guerra terminó. Los soldados
regresaron y poco a poco la normalidad regresó al lugar.
El asno llevaba una gran carga, su amo llevaba trigo
para moler. Pero al pasar por aquel inmenso prado, observó que no era el mismo
caballo él que retozaba.
Su amo, se paró para saludar al dueño de la finca.
-
- Buenos días caballero-
-
-Sí buenos días,
hortelano, aunque frescos-
-
-Sí señor, pero
en cuanto pasen las horas…
-
- Hará calor- sentenció el hombre del campo
-
- Vamos que, si hace frío, qué qué frío hace…
-
- Y si hace calor, que no hay quien lo aguante.
No señor nunca estamos contentos.
En ese momento el asno rebuznó, como si quisiera
también dar su opinión.
-
- Ha todo esto ¿cómo está su hijo? -
-
- Reponiéndose, está mejor, pero triste –
-
- ¿Y a qué se debe? -
-
-Por la pérdida de su caballo. La granada, a mi
hijo le hirió, pero mató al caballo-
Hortelano y caballero se despidieron, mientras que
el asno se decía- Trabajaré sin descanso, tampoco muy bien nutrido, pero no
quiero acabar en el campo de batalla. Pobre caballo
Moraleja: Que bien se habla cuando desconocemos que
es lo que le pasa al que tenemos delante, y luego nos arrepentimos
Versión libre de una fábula Esopo
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