Paseando por Madrid, existen,
turistas a quienes les encantan las leyendas de algunos de los edificios
madrileños, o las de sus calles y plazas.
Hoy les invitamos a que nos
acompañen hasta la calle del Pez,
cercana a la Plaza de Callao donde nos
toparemos con unas paredes que oyeron y asistieron a un suceso acontecido en el
siglo XVII. Se trata de las paredes de un viejo convento, el de San Plácido,
que de plácido tuvo poco en un momento de su historia.
Todo comienza cuando reinaba en
España Felipe IV, en 1619
Juan de Villanueva, arquitecto español, máximo
exponente de la arquitectura neoclásica en España, compró unos terrenos, más
amplios que los que ahora ocupa el convento, y que ya contaban con una pequeña
iglesia.
Desconocemos si el señor Juan de Villanueva,
fue una persona muy enamoradiza, pero el caso es que no existe en ninguna de
sus biografías, ni novia ni esposa. En fin, se cuenta, se dice, que estaba
locamente enamorado de una dama de nombre Teresa del Valle y de la Cerda, pero
pudo más el fervor religioso de la dama que el amor humano que le prometía Don
Juan Villanueva.
Otro en su lugar se hubiese,
¿ofendido?,¿frustrado?, pero Don Juan era todo un caballero y se dispuso a
contestar a la negativa de Doña Teresa, con un extraordinario regalo … un
convento
Comienza la edificación de dicho
convento en 1623, bajo la sumamente rígida y dura regla de San Benito, acoge a
30 monjas
Transcurrido cierto tiempo, unos dos
años más tarde, nacen una serie de rumores, que recorren Madrid, como si de
pólvora se tratase. Y ya se sabe que
cuando eso sucede, van a más y no exista nada que los detengan. Hasta incluso
se habla de que el mismísimo, Satanás está seduciendo a varias reverendas
madres.
Despavoridas dan aviso a su confesor,
Fray Juan Francisco García Calderón, ya que, al ser de clausura, ningún hombre
tenía acceso al convento.
Una vez en presencia de dicha monja,
Fray Juan Francisco García Calderón, y ras haberla efectuado varias preguntas, declara,
que la monja estaba poseída y que necesitaba urgentemente un exorcismo.
El propósito con el que se hizo exorcismo
fue totalmente negativo, es más, aumentaron las monjas que presentaban los
mismos síntomas que la exorcizada. Un total 26 monjas, de las 30 que allí vivián,
decían que el demonio se les aparecía en sueños, junto con otras figuras de
igual pinta.
El suceso alcanzó tal tamaña
proporción, que, en 1626, el Santo Oficio da comienzo a un proceso, en cuyas epístolas
se puede leer que “de las 30 monjas que componen la comunidad 26 están
endemoniadas”
Se desconoce las verdaderas causas,
por las que las monjas, son trasladadas a la ciudad de Toledo, para
posteriormente ser interrogadas El resultado de los interrogatorios son claros,
estos indican que el verdadero culpable de estos rumores, que no son tales es…
el capellán, Fray Francisco, quien parece ser que manejaba a las monjas, e
incluso abusaba de ellas.
Por cierto, en investigaciones
ulteriores, se destapa un desconocido asunto: varias de aquellas mujeres, antes
de ingresar en el convento, ya tenían antecedentes de problemas mentales.
Y que alguna que otra monja se
conociesen antes de entrar en el convento, con el gravamen, de que el capellán,
podría ser “presuntamente “, el padre del hijo de alguna de ellas. Los procesos
tienen también que ver con la represión de la herejía iluminista, relacionada
con el protestantismo.
Nunca más, jamás, el convento de San
Plácido, encontró paz alguna, ya que la leyenda demoniaca, le acosó, si bien, ciertas leyendas,
conocidas, aparecieron, concretamente en fechas muy posteriores.
Por aquel entonces, 1624, lo que era
el convento, fue un complejo de casas, hoy en día todas desaparecidas, y sin dejar
rastro alguno, acoge a sus primeras a sus primeras moradoras.
Se ha de decir que Teresa de la
Cerda, quien aportó la mitad del capital inicial, no se le permitiese ser la
primera abadesa del recién estrenado monasterio de madres benedictinas.
Llegado el 1908 el Ayuntamiento,
tiene que tomar una drástica decisión: no tiene más remedio que declarar
ruinosa la parte que corresponde al convento, aconsejando su demolición.
A la que, se opone Elías Tormo, político y conocido historiador, que sostuvo una importante batalla pública por la continuidad del convento, que acabó perdiendo, si bien posteriormente se reconstruyeron partes derribadas.
A la que, se opone Elías Tormo, político y conocido historiador, que sostuvo una importante batalla pública por la continuidad del convento, que acabó perdiendo, si bien posteriormente se reconstruyeron partes derribadas.
En cuanto a la iglesia, dato desconocido para muchos, llevaba el nombre de la Encarnación Benita.
Los memoriales de Teresa Valle de la
Cerda, Fundadora y Priora del Convento, son alegatos conmovedores, de una gran
claridad expositiva, que, junto a los de sus compañeras conventuales, permiten
entrever cómo el fanatismo perturbador de un religioso paranoico, favorecido
por implicaciones políticas, provocó la inculpación que les acarrearía años de
sufrimientos.
Precisamente el segundo memorial de Teresa Valle, escrito a los
diez años de su confinamiento, originó una revisión de la causa, merced a la
cual se dictó sentencia favorable a todas las acusadas
http://biblioteca.cchs.csic.es/eslabones/images/tormo_grande.jpg
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