Puede
parecer que sea una leyenda, pensarán ustedes, pero nada más lejos de la
realidad.
Quien
estaba en estos menesteres era el mayor de los conquistadores y estrategas, el
macedonio
Alejandro Magno, quien, para conquistar la ciudad de Tiro, tuvo que
cortar la pana, o sea “ser muy bueno, ser el mejor, destacar por lo bueno que
es”
Tiro es el nombre por el que conocemos a la
ciudad fenicia de Sur-ry, o Sour que traducido viene a significar “Sur”. Tiro
estaba ubicada en el emplazamiento de la ciudad que hoy lleva el mismo nombre,
al sur de Líbano.
Dicho asentamiento fue fundado en el tercer
milenio a.C. Correspondiendo su edad de oro, a partir del primer milenio a.C.
Durante el reinado de Hiran I, la ciudad de
Tiro, creció hasta dejar de ser una población dependiente de la vecina ciudad
de Sidón, para convertirse en una de las principales ciudades fenicias
Poseía dos puertos uno natural al norte
llamado Sidonio, y otro al sur construido artificialmente llamado egipcio,
ambos puertos estaban unidos por un canal que cruzaba la ciudad por el centro,
y se encontraban rodeados de arrecifes para protegerlos de las mareas, los
vientos y los ataques por mar.
Era la cuarta mayor población del Líbano. La
importancia de esta histórica ciudad y sus monumentos se vio recompensada en el
año 1984 cuando fue elegida por la Unesco como parte del Patrimonio Mundial de
la Humanidad.
La estrategia del macedonio
Alejandro Magno sabía que este objetivo era
necesario si quería asegurar el dominio sobre la costa mediterránea, lo que le
permitiría marchar hacia el oriente sin el temor a que los persas llevaran la
guerra a Grecia.
Como era impensable el intentar invadirla por
mar, mandó la construcción de un espigón de piedra y tierra, el cual uniría la
isla con el continente, para lo cual, los ingenieros de Alejandro utilizaron
los escombros pertenecientes a la ciudad abandonada en el continente para
construir una calzada elevada
Una vez cerca de las murallas, emplearía su
maquinaria de asedio tanto desde la calzada como desde sus barcos y así
castigar y finalmente derribar las fortificaciones
La obra de ingeniería, no tuvo problemas para
llevarla a cabo desde la parte continental debido a la poca profundidad y la
distancia con las murallas enemigas. Sin embargo, cuando el espigón fue tomando
forma la profundidad aumentó bruscamente, que con el agravante de que, los
enemigos ya tenían a su alcance a los macedonios.
Durante siete meses Alejandro bloqueó y
asedió a Tiro. Su estrategia finalizó de forma más que satisfactoria para
convertirse en uno de los capítulos más importantes de la campaña del
conquistador en Asia.
Para proteger a los trabajadores se
construyeron dos torres en la parte más avanzada del espigón desde las que se
hostigaría constantemente a los tirios. Para descontento, del macedonio, las
cabezas pensantes de Tito, debían tener solución para cada paso que el conquistador
efectuaba.
En esta ocasión cargaron un viejo barco,
denominado brulote, que servía como transporte
de materiales de guerra, tales como combustibles, pólvora, explosivos,
etc., contra las torres
Parece ser que Alejandro Magno hizo caso, si
es que conocía este dicho “Llorar sobre la leche derramada”, que, aplicado en
la vida cotidiana, aconseja no quejarse luego de sucedida la desgracia, para
ponerse manos a la obra y situar una flota de más de 200 barcos para sitiar
Tiro y que permitiese proteger la construcción del espigón, aunque lo tirios ya
habían conseguido parte de su objetivo…retrasar la obra
Y
Alejandro iba a hacer realidad el suyo, que no pudiese llegar ninguna clase de
ayuda por mar. Así que, si no era por la lucha, que fuese por hambre y sed su
rendición
Seis
meses después el espigón estaban finalizado, y situadas estratégicamente sobre
el istmo artificial las armas de asedio, lograron acercarse para atacar las
murallas.
Como
defensa los asediados había calentaron arena de playa en enormes escudos de
bronce vertiéndola sobre los servidores de los arietes y los soldados, que se
infiltraba entre las armaduras y las vestiduras, abrasando la piel de los
macedonios.
Ahora
los tirios dependían de Cartago, de la que se dice que fueron colonos de Tiro
quienes la fundaron en el Norte de África, a quien habían solicitado auxilio augurando
una posible situación así
Cuando
las murallas se vinieron abajo, la ciudad cayó rápidamente.
A
pesar de que Alejandro admiraba la valentía e ingenio de los tirios, debía castigarlos,
así otras ciudades podrían hacer caso de la frase “escarmentar en cabeza ajena”,
o sea “tomar nota de los errores, fracasos o batacazos que atañen a una
persona, para evitar ir por el mismo camino que ella”.
En
este suceso, murieron unos 8.000 tirios, frente a los 400 que perdió Alejandro,
y 30.000 fueron vendidos como esclavos.
En
el momento en que los lamentos y gritos se sofocaron en la ciudad, Alejandro
Magno decide ir hasta al Templo de Melkart para ofrecerle un sacrificio al
dios. Se cuenta que le ofreció la máquina de asedio que acabó por destruir el
sector de la muralla desde donde penetraron los macedonios.
Alejandro
Magno se había retrasado más de siete meses en su camino a Egipto para tomar la
pequeña isla
Antecedentes
de otros asedios
El
primero de todos ellos, lo llevaron a cabo las tropas babilónicas del rey
Nabucodonosor II, los cuales, tuvieron que esperar más de una década para conseguir
firmar la paz con la ciudad en 574 a. C.
Los
sobrevivientes de Tiro continental escaparon a la isla, por la destrucción de
su antigua ciudad, aunque en este tiempo apenas fue poblada. La isla se
fortificó cada vez más hasta hacerse casi inexpugnable.
Recabada información en:
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