BANDOLERO DICK TURPIN

De nombre Richard. Nacido un septiembre del año 1705, en la ciudad de Hempstead, muy cercana a Londres

Lo de Richard quedaría en el olvido pues a este bandolero y contrabandista, fue más cocido por el seudónimo de Dick Turpin", con el que se haría famoso por sus delitos, pasando a formar parte del pasillo de la tradición legendaria en la muy flemática Inglaterra, del siglo XVII.

Como ya va siendo normal, en estos casos, aunque no en todos, Dick fue el hijo de un agricultor y posadero. Por lo que desde muy pequeño tuvo que aprender y a ejercer diferentes trabajos en beneficio de su familia y en el suyo propio.

En 1728 se casó con Elizabeth Millington.

No sabe bien el motivo que le indujo, siendo un imberbe aprendiz de carnicero a robar ganado para su carnicería. Bueno, en fin, que aquello supuso su encuentro con la delincuencia y su primera “poner pies en polvorosa” (se usa cuando los cobardicas no desean enfrentarse a una situación que se aproxima y es inminente).

Su próximo destino fueron los verdes paisajes del bosque de Essex. Se ve que escaparse a los boscajes era una cosa muy normal, ya tenemos otro personaje quien también lo hizo, Robin Hood y en el Bosque de Sherwood.

Se ve que no perdió en tiempo inventando poesías ni hablando con la madre naturaleza, se preparó para formar una banda de ladrones y contrabandistas tan famosa como su progenitor.

Y la diosa leyenda, no existe como diosa, pero si existe para envolver entre su tupido velo a una persona haciéndole ser amado u odiado a través de diferentes versiones de los hechos.

1735 fue el año en el cual la banda se disolvió, pero el continuó buscando un compañero de francachelas y asaltos, y ¡a fe que lo encontró!, en otro como él o peor, su nombre Tom King, que no le duraría mucho, pues parece que, de forma accidental, se lo quitó del medio, cuando lo que quería es quitar del medio a quien iban a robar.

Y es aquí donde la masa, el vulgo, el ciudadano de a pie, cuando se propone colocar un santo, ya tienen la peana hecha, y así Dick Turpin fue encumbrado como el héroe que se necesitaba.

Tan enmarañada estaba la realidad con la leyenda, que los crímenes de Turpin, se transformaban en lo que quería o deseaba el populacho.

Se ve que el bulo, la leyenda y las invenciones, son más duraderas que un olivo, y pasado un siglo aparecieron los escritores románticos de la misma nacionalidad que Dick Turpin, un tal William Harrison Ainsworth, nacido en Manchester, fans numero uno de este singular personaje y de otros de su misma calaña.

Reflejó en su novela titulada Rookwood, publicada en 1834, una épica cabalgada del bandido, a lomos de su yegua Black Bess, desde Londres hasta York. Se cuenta que el animal murió agotamiento.

Vayamos a la realidad …imposible que hiciese ese reto, pues Turpin, viviendo como vivió una breve existencia, no le dio tiempo para vivir las aventuras y desventuras aparecidas en sus libros y películas para la gran pantalla y para la televisión.

Y otra vez tuvo que escapar del cerco que poco a poco prometía ahogarle, tomando la decisión de establecerse en Lincolnshire donde paró e irse después a Yorkshire, donde se le conocía como John Palmer, un honrado comerciante de ganado equino´

Pero el que la hace la paga, y Dick o John se descuidó y le pillaron robando caballos. En el juicio que le hicieron fue encontrado culpable y condenado a morir en la horca, sentencia que se llevó a cabo el 7 de abril de dicho año, es decir en 1739