IMPUESTOS MEDIEVALES.



Llegado mayo, todos sudamos. No es que se haya adelantado el verano, es que nos toca pagar el IRPF, aparte de tener otros impuestos que pagar (indirectos como el IVA).
Pues se van a quedar de piedra, de cómo las gastaban en la edad Media sobre este asunto, ya que los impuestos repercutían casi en exclusiva en el pueblo y beneficiaban a la Corona, la nobleza y el clero.

Alfarda: pago por el aprovechamiento del agua (acequias, canalizaciones…)

Herbaje: pago por aprovechamiento de los pastos

Montazgo: impuesto sobre los ganados y adeudado por el tránsito que hacen por cualquier territorio en favor del Rey.

Diezmo: gravamen correspondiente a la décima parte de las cosechas que recaudaba la Iglesia y servía para el mantenimiento del clero.

Alhondigaje: impuesto por el depósito de mercancías.

Abadía o luctuosa: derecho que tenían los curas a percibir a la muerte de sus feligreses cierto tributo de sus bienes que dejaba.

Alcabala: impuesto castellano que gravaba el comercio de mercancías. Su recaudación se hacía por arrendamiento o por encabezamiento: los municipios se comprometían a cobrar una cantidad, recaudada entre sus vecinos, y a cambio recibían contrapartidas políticas de los monarcas.

Cuatropea: impuesto sobre la venta de ganado.

Banalidades: pago en especie por el uso de «instalaciones» del señor, como el molino o el horno.

Tercias reales: eran un ingreso concedido por la Iglesia a la Corona consistente en dos novenos de los diezmos eclesiásticos recaudados.



Pontazgos: similar al anterior, pero se paga al cruzar puentes.

Sisas: impuesto indirecto implantado en Aragón y luego en Castilla. Consistía en descontar en el momento de la compra una cantidad en el peso de ciertos productos (pan, carne, vino, harina…); la diferencia entre el precio pagado y el de lo recibido era la “sisa”. Como gravaba bienes de primera necesidad era muy impopular.

Millones: impuesto extraordinario fijado por las Cortes de Castilla, que se reservaban el control de su administración a través de una Comisión de Millones y comprometían a la Corona a dedicar lo recaudado a un gasto determinado (el primero se concedió a Felipe II en 1590 para reponer las pérdidas de la Armada Invencible).

Sextaferia: prestación vecinal para la reparación de caminos, a la que se acude los viernes de ciertas épocas del año. Era un impuesto en forma de trabajo.
Fonsadera: para financiar los gastos de los reyes ocasionados por las guerras.

Cena: tributo que implica hospedar y alimentar al monarca, así como a todo su comitiva, durante los viajes por su reino. Cuando la Corte se asentó de forma estable en una ciudad pasó a ser pagado en dinero (cena de ausencia).

Chapín de la reina o servicio de casamiento: se recaudaba ocasionalmente entre el pueblo para sufragar los gastos de las bodas reales.

Almojarifazgo: impuesto aduanero que se pagaba por el traslado de mercaderías que ingresaban o salían del reino de España o que transitaban entre los diversos puertos (peninsulares o americanos), equivalente a los actuales aranceles.

Infurción: era un tributo que se pagaba al señor de un lugar por razón del solar de las casas…

Además, todos estos impuestos medievales eran indirectos: se aplicaban independientemente de la capacidad económica y gravaban la producción, el comercio o el consumo. Y ahora, ¿quién es el guapo que se queja por el IRPF o el IVA?

Pero cuando llegó la Revolución francesa, ¿qué pasó? Pues que la mayoría de estos impuestos fueron desaparecieron. En cuantos los nobles tuvieron que pagar a la Hacienda Pública. Por desgracia que ni campesinos ni artesanos vieron cumplidas sus expectativas de poder conseguir un sistema fiscal justo.
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