LA LEYENDA DE LA LLORONA




Como ocurre con innumerables leyendas, no existe una sola versión, son más de dos o de tres, según el pueblo o ciudad donde se cuentan. Y esto le sucede a la leyenda de la llorona

En Nueva España, en el siglo XVIII, vivía   Doña Mercedes Santamaría una acaudalada dama. Cuyo esposo, Agustín se llamaba, debía viajar asiduamente a Europa para transportar telas, animales y alimentos que aún no se tenían en el continente americano. Desde su último viaje, habían transcurrido cuatro meses, y no había tenido noticias suyas.

Las que ella creía que eran sus amistades, comenzaron a llenarle la cabeza con desastres, con sucesos que podrían haber terminado con la vida de su esposo. Claro que existía un motivo para todo esto: que Mercedes regresara a España y quedarse con sus tierras

Justo cuando ya se estaba preparando para marchase al Viejo Continente, el destino hace que se tope con un joven de nombre Indalecio, de quien se enamoró al instante.
Después, después el amor les envolvió y al cabo de un año, Mercedes iba a ser madre por vez primera.

Llegado el tiempo, una partera llamó a la hacienda y después de unas cuantas horas, el llanto de un bebé llenó la casa de alegría, pero solo por unas cuantas horas, ya que sobe las tres de la madrugada, unos golpes secos   dados en la puerta retumbaron como si de truenos se tratase

– ¡Mercedes! Soy Agustín, diles a los criados que me dejen pasar.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Mercedes, mientras que Indalecio le miraba con los ojos desorbitados por el asombro - Está vivo. ¡Ha tardado dos años en regresar! Pero Indalecio no le prestaba atención 

Mercedes corrió hacia la cuna del niño, lo sacó de ahí y se fue corriendo con él en brazos hacia la puerta trasera.

Con rapidez, tomó el camino que le llevaba hasta un río que pasaba muy cerca de su propiedad, y en él sumergió la cabeza de su hijo hasta que este dejó de respirar. Al notar la frialdad del pequeño cuerpecito del bebé, se puso a gritar como una loca «Ay mi hijo».

De Doña Mercedes Santamaría, una acaudalada dama, jamás nada se supo. No obstante, quienes viven en esa localidad aseguran que sus llantos se siguen escuchando.
El mito de la Llorona ha sido utilizado en diversas situaciones: para asustar a los niños, para persuadir a los hombres de ser infieles a sus esposas y de que no se emborrachen. Y a estas como advertencia, sobre una libertad sexual que no tienen

La figura quejumbrosa de la Llorona, condenada a vagar sin poder hallar a sus hijos, ha influido en literatura, canciones de la lírica popular, obras de teatro, bibliografía y artes audiovisuales de cine y televisión.

Se puede ver en la mitología aborigen de los pueblos prehispánicos, la recurrente presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos


La leyenda de la Llorona, nace en México. Varios investigadores opinan que la Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas, entre otras con la Xtabay, de los mayas lacandones. Siempre identificándose con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y la lujuria.5
Incluso, los mexicas, la relacionaron con la diosa prehispánica Tenpecutli, que expiaba una pena por haber ahogado sus hijos en un río. Esta bella diosa, tenía el don o capacidad de cambiar su rostro por el de un animal si era mirada a los ojos, como los nahuales

Existen también las cihuateteo, que son espíritus de mujeres muertas en parto, que, llegada la noche, se les escucha vocear y aúllan en el aire, cuando ciertos días dedicadas a ellas, en el calendario estas bajan a la tierra con un objetivo, asustar en las encrucijadas de los caminos y que son fatales para los niños.

Tenemos que decir que esta leyenda, en la época de la Nueva España, experimentó transformaciones, ya que el temor a la herejía, impedía poder identificarla directamente con las diosas prehispánicas

No hay que olvidar, que la geografía de la región, es indudable que juega un importante papel en las peculiaridades de la leyenda.

Y que la estampa del agua está presente en casi todas las versiones, a veces asociada a sitios específicos relevantes de cada país. En México, los hechos ocurren en el lago de Texcoco
Normalmente, en los relatos folclóricos, las personas se topan a la Llorona vagando por los ríos. Aunque a veces, solo se puede escuchar su llanto desgarrador.
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