SURENA EL DEMONIO DE LAS ARENAS




Tal y cómo te presentes así te mirará la gente. Y es que nuestro protagonista, desconocido para una gran mayoría, resultó ser el General Surena, armenio-partho de caballería que sirvió al rey del Imperio parto perteneciente a la dinastía arsácida, Orodes II de Partia.

Debemos citar que, se supone que naciese sobre el 82 a.C. en el seno de una de las familias más influyentes y aristocráticas del antiguo Imperio Parto.  la Casa de Suren, en parto significa “héroe”. Y quizá pudiera ser, a parte de un nombre, un título hereditario.

Dejemos de lado un poco ese tema y vayámonos a su perfil, según Plutarco:” Era el más alto y el mejor hombre.  Su vestido, no muy ortodoxo para un hombre, escondía la hombría demostrada “

Se le empezó a conocer como lugarteniente del rey Orodes II, en el asedio de Seleucia del Tigris (una de las ciudades más grandes del mundo durante el período helenístico y romano).  datada en el 54 a.C., ayudando al rey contra su hermano Mitrídates III, a la vez que adversario político.

Hombre de gran coraje y habilidades militares, no tenía igual dentro de las fronteras del Imperio parto, y en altura y belleza, no tenía comparación entre sus contemporáneos.
Surena poseía una cantidad ingente de esclavos en su ejército, lo que nos da una idea de la gran riqueza de este general.

Por desgracia, son hartamente conocidas las guerras y asesinatos no solo entre la realeza irania, también entre realezas europeas y en otras culturas entre padres, hermanos y familiares por el poder que confiere ser rey y allí se llevaba desde los tiempos de Aqueménidas

La situación política y las relaciones internacionales en el Oriente Medio, de aquella época, comenzaban a enredarse. Tenemos por una parte a Roma, que estaba imbuida en un triunvirato, a saber: Pompeyo, César y Craso, amos y señores de la República, cada uno con su sello característico en influencias y ganancias.

Por otro lado, no podemos olvidarnos de Cesar que estaba sumergido en la conquista de las Galias, Pompeyo desde la ciudad eterna, ponía el control de Hispania, en manos de Afranio y Petreyo. Y si hablamos de Craso, que carente del talento militar de sus socios, pensó y así lo decidió, obtener la gloria en Oriente 

Y allí en el 53 a.C., Marco Licinio Craso, ejerciendo como gobernador de Siria, se puso al frente de siete legiones, de más de 5.000 jinetes galos y 5.000 auxiliares, llegando a mandar sobre   44.000 hombres.
Un árabe de nombre, Ariamnes prestó ayuda, en su día a Pompeyo a pesar de estar recibiendo un sueldo de Orodes II de Partia, quien vertió en la frente de Craso, el elixir de la victoria fácil. Ciego y sin pensar en las consecuencias, se dirige, con sus hombres, a la zona más desolada de todo Oriente Medio

Aunque Orodes II, cuando le dieron noticia del avance de las tropas romanas, hacía su reino, llegó a asustarse, pronto recapacitó de que eso no podría ser tan fácil, máxime cuando conocía, la ineptitud del general romano, referente al terreno que pretendía conquistar.
Así que tomó la decisión de, en vez de, enfrentarse a Craso, se dedicase a invadir Armenia, mientras que Surena cumpliendo órdenes de su rey, salió al encuentro de Craso, con 1.000 catafractos (caballería pesada) y 9.000 jinetes.

Dispuesto para la batalla en el 53 aC. en la llanura de Carrhae (ahora Harrán, en Turquía) Surena sopesó la superioridad numérica de su adversario y la disciplina de sus ejércitos, así que pensó que sus hombres eran más duchos en movilidad y en su eficacia con el arco y las flechas, las cuales disparaban hasta en plena retirada.

Lo primero que hicieron fue acosar a sus enemigos, para lo cual, mientras sus caballos descansaban, utilizar camellos en el cerco. Por su parte, Craso, puso a su hijo al frente de la caballería gala (de la Galia transalpina), ordenándole la persecución de los partos evitando una huida de estos.

Pero Craso se equivocaba, pues los partos arremetieron contra sus tropas, con una carga de catafractos (una unidad de caballería pesada en la que tanto el jinete como el caballo portaban armadura) seguramente desconocida para el romano. que terminó por acorralar a las tropas romanas en una descomunal nube de polvo, hasta su aniquilación.

¿Recuerdan que las tropas romanas llegaban casi a los 40.000 hombres? Pues de esos solo regresaron a Siria unos 6.000 hombres al mando del magistrado Cayo Casio Longino (que fue uno de los asesinos de César). Unos 20.000 legionarios dejaron su sangre y vida en el desierto, así como Craso y su hijo, pero… ¿Qué sucedió con el resto?

Gracias a Plutarco y Tito Livio, sabemos   que no todos los prisioneros fueron sometidos a trabajar en las minas de Bactriana (hoy Afganistán), el destino y los partos, utilizó a una parte de ellos como cuerpos complementarios en los confines del Imperio Parto, formando una primera línea de choque cerca del río Oxus (hoy Amu Daria) ante el empuje de los nómadas de las estepas y los hunos… nunca más se supo de ellos.

Aunque, ante tal tamaño de hazaña, esta causara un monumental efecto entre los pueblos de Oriente, no por ello, se originó cambio alguno en la igualdad de poder de la zona, pero sí que supuso la ruptura del equilibrio de la República.

Con la muerte de Craso, Pompeyo y César quedaron … vamos a utilizar una frase, un refrán, como quieran llamarlo “como dos gallos en un mismo corral”. Vamos, lo mal que se avienen quienes quieren imponer su voluntad al mismo tiempo.

La cruenta guerra civil que transformó la agónica República en el Principado tardaría sólo cuatro años en desatarse.

A pesar de la gran victoria del general, el rey Orodes II, viendo el aumento de su influencia y sintiéndose amenazado, hizo matar a Surena en el 52 a C.
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