No
se sabe bien el porqué, cuando estamos viendo un majestuoso sauce llorón,
sentimos una especie de melancolía. Aún que esto entra dentro de lo mítico, y
otros campos más
Este
árbol desde un punto de vista ecológico, y de sus propiedades evita la erosión
del suelo en riberas de ríos, con lo que protege la flora de la zona y
fortalece los cauces ante posibles desbordamientos.
El
nombre científico de la planta es Salix babylonica, del latín, mimbre o sauce.
Babylonica, alude a Babilonia, en Mesopotamia, zona de donde se le considera
sea originario.
Lo
cierto es que este árbol es muy antiguo y que está entre nosotros desde hace ya
años porque nos sentimos atraídos por él
Tiene
una copa redondeada constituida por unas pequeñas ramillas que van en brotes, y
es caducifolio (o sea que pierde sus hojas cada año) tiene entre ocho y doce
metros de altura, aunque en algunos casos más extraños podemos encontrarlos de
hasta veintiséis que son sin duda, los más grandes que tendremos.
Tiene
especial aplicación en la zona del cuero cabelludo para combatir la caída del
cabello, la caspa y seborrea. Se asegura que estimula el crecimiento de los
cabellos y otorga un brillo especial a los mismos.
Si
nos paseamos por el ámbito histórico de la palabra, debemos decir que el sauce
llorón se cree que era un chopo de Éufrates y no un sauce como hoy se le
denomina tal cual
Así
mismo se cree que Cristo pasó su última noche rezando debajo de árbol como
este, por lo que a esta planta es el símbolo de la amargura y del amor
desgraciado en general
Se
dice, que, si uno se cobija debajo de él en una tormenta, no será alcanzado por
los rayos. Se cree que fue uno de los árboles más notables de los Jardines
Colgantes de Babilonia.
Napoleón lo eligió para ser enterrado junto a él en la
isla de Santa Helena.
Y
otra curiosidad: cuando se le regala una pequeña ramita a alguien estamos
queriendo decirle a esta persona que buscamos la amistad eterna con ella.
LEYENDAS
Érase
una vez un árbol llamado llorón, sin duda porque sus ramas largas y frondosas
cuelgan hasta el suelo alrededor de su tronco y, a lo largo de las mismas,
brillan algunas gotas de agua que nos recuerdan las lágrimas.
Se
dice que bajo un sauce fue donde Confucio y Lao-Tsé tuvieron su célebre
conversación, después de la cual el primero confió a sus discípulos:
''Sé que los pájaros vuelan, que los peces
nadan y que los cuadrúpedos corren. Los animales que corren se pueden cazar con
una red, los que nadan con un anzuelo, a los que vuelan se les puede alcanzar
con flechas. En cuanto al dragón, no puedo describir cómo se eleva hacia los
cielos sobre los vientos y las nubes. Hoy, he visto a Lao-Tsé: sólo se puede
comparar con el dragón''.
LEYENDA
Estamos
a orillas del río Uruguay, allí existía una orgullosa tribu, gobernada por un
hombre justo y valiente, que tenía una hija llamada Isapí, a quien todos
admiraban por ser la más bella de la región.
Pero
su belleza escondía una persona de frío corazón, puesto que no sentía piedad ni
preocupación por nadie, ni siquiera, desde que nació había derramado una sola
lágrima. Para su desgracia no tenía amigos, ni sabía sonreír
¿Es
posible que siendo como era tenía muchos pretendientes?, pues así era, pero
claro a ninguno de ellos amaba, pues se decía que era incapaz de sentir cariño.
Así era la hermosa Isapí, orgullosa y fría como el hielo.
Si
bien varios de ellos, pretendieron ganarse su corazón, ninguno consiguió su propósito,
así que como un mal presagio la desgracia cayó sobre la tribu.
Nadie
se esperaba que aquella noche de tormenta, el río se desbordase arrastrando
todo lo que pillaba a su paso: casas y personas que perecieron arrastradas por
y murieron entre sus aguas
Isapí
a pesar de lo que contemplaba, ninguna lágrima de dolor afloró a su inexpresivo
rostro, por lo que muchos la culpaban por la mala suerte que pensaban, le
habían traído al pueblo.
Así
que los únicos sobrevivientes de aquella tribu, entre ellos algunos guerreros y
unas cuantas mujeres, se adentraron en la selva para reconstruir como pudieron
sus chozas
Uno
de los supervivientes, era una vieja hechicera, que al observar la impasibilidad
de la bella Isapí, decidió por convocar al señor de los maleficios, angustiada por
la falta de reacción de la joven.
-
Lo que me cuentas solo tiene una solución para que los dioses se calmen, sus lágrimas,
pues es seguro que están ofendidos por su insolencia.
Isapí
acudió a la llamada del señor de los maleficios custodiada por dos guerreros de
la aldea.
-
¿Por qué me has llamado? —le preguntó ella.
-Porque
creo que debemos hablar sobre de tus sentimientos. La hechicera te dará a una opción
con la que por fin conocerás el dolor del sufrimiento y el alivio del llanto -extendiendo
la mano le entregó una diminuta botella—, si a pesar de todo tienes algo de
consideración por los tuyos, te ruego que lo bebas para salvarlos de la ira de
los dioses.
La
princesa miró el frasco dudando.
-Pero,
¿qué me ocurrirá si bebo esto? —preguntó.
-Ese
será tu sacrificio, el que tú misma tendrás que averiguar.
Isapí
bebió la poción. Al momento sus oídos se cerraron dejando de escuchar ni ruidos
ni palabras. Mientras que sus pies se convirtieron en raíces que afloraron en
la tierra y el resto de su cuerpo se volvió un tronco.
Su
largo cabello se transformó en hojas colgantes y verdes. Por primera vez la
princesa sintió miedo y se puso a llorar, provocando que su follaje creciera
más y más hasta extenderse por el bosque.
Así
fue como nació el sauce llorón, un árbol muy bello pero que siempre parece muy triste,
y que llora para pedir perdón por el corazón de piedra que alguna vez tuvo.
Recabada información en :
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