Año 1889, provincia de Siracusa, Italia nace
Frank Lentini (Italia).
En realidad no debía de haber nacido solo,
pues era gemelo de otro, del que solo se vio, una pierna y sus atributos masculinos,
todo esto unido a una espina dorsal.
Y claro con el pasos de los años, a Frank se
le conocía como el hombre de tres piernas, aunque eso no era todo, pues además
tenía cuatro pies, dieciséis dedos de los pies, y dos órganos genitales que
funcionaban a las mil maravillas.
Ya desde pequeño, Frank odió sus extremidades
adicionales, pero los doctores después de examinarlo en repetidas ocasiones,
siempre que acudía a ellos, llegaban a la conclusión que la operación, para
extirpar aquello que no era del chico, era prácticamente imposible.
La culpa la tenía la proximidad de la espina dorsal,
pues de hacérsela, seguramente terminaría sufriendo parálisis de por vida.
Debido a su apariencia, sus padres les
rechazaron y tuvo que ir a vivir con una tía, quien decidió mandarle a un
internado para personas discapacitadas, siendo aún un niño.
Lentini llegó a aquel lugar, encontrándose a muchos chicos de su edad con problemas
mucho mayores que los suyos, aquello fue como un revulsivo, ya que decidido por
cambiar, alcanzó una nueva forma de afrontar la vida, aprendiendo a caminar,
correr, montar en bicicleta e incluso patinar.
Cuando contaba ocho años, allá por el año 1898,
Frank Lentini emigró a América, causando gran expectación desde el primer día
de su llegada
Supo seducir a las masas por su afabilidad y
sentido del humor, y cautivar a las audiencias con su muy impresionante agilidad,
siendo capaz de controlar un balón de fútbol utilizando sus tres piernas.
Era digno de ver como se las ingeniaba durante
las entrevistas, para poder escribir o anotar algo: sujetarse sobre su tercera
pierna utilizándola como taburete, y no le importaba contestar a cualquier tipo
de pregunta, desde sus hobbies de cuando era niño, el tipo de zapatos que
utilizaba, o incluso los detalles de peculiar vida sexual.
Siempre fue una persona de carácter abierto,
muy lejos de los complejos que le imponía la sociedad de la época.
Así llegó a contraer matrimonio con Theresa Murray
y continuar trabajando en lo que le gustaba, durante cuatro décadas, pasando de
ser mirado como un ser un tanto especial por su tercera pierna, a ser admirado
por su humor y ese donde de gentes que tenía
Recogida información en:
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