MITOLOGÍA GRIEGA PERSEO HIJO DE ZEUS





En la antigua Grecia existió una poderosa ciudad, la ciudad de Argos. Su rey, Acrisio, anhelaba vehementemente tener descendencia por lo que se acercó al oráculo de Delfos.
Una vez allí, se dirigió a la pitia de Apolo, uno de los dioses más importantes del panteón. Pues Apolo era el dios de la profecía, para preguntar lo que le depararía el futuro, entre otras preguntas, si llegaría a tener hijos
Sin embargo, la respuesta de Apolo más parecía un enigma que una contestación

 -Tu hija Dánae te dará un nieto, fuerte y valeroso, que será el causante de tu propia muerte.
Aterrado el rey Acrisio, mando que se construyera, en bronce, una cámara subterránea. Allí encerró a su hija Dánae, para impedir a toda costa que la terrible profecía se cumpliese.
Aunque cuando los dioses ya han dado un veredicto, nada se opone a sus deseos, y eso ocurrió en el caso del rey griego, su hija Dánae quedará embarazada del mismísimo, dios de todos los dioses, Zeus, que se transformó en una lluvia de oro para que, la hija de Acrisio, diera a luz a un fuerte y hermoso niño.

¿Cómo fue posible si la acorazada puerta era inexpugnable?  Para Zeus nada es imposible y pudo penetrar por las diminutas rendijas, que era invisibles a los ojos de los humanos.
Una vez más, la esposa de Zeus, la diosa Juno, tenía razón en sospechar que, de nuevo, su esposo le había sido infiel. Ahora un héroe llamado Perseo, tenía tal categoría, por ser descendiente de dioses y mortales   

Mientras que Perseo crecía sano y fuerte, en el exterior de aquella cueva, nada le hacía presagiar a Acrisio, que el que un día le daría muerte, ya existía.
Un día, cuando Perseo jugaba, voceó, aquello desconcertó al rey heleno, haciéndole comprender que su vida corría peligro.

No importaba que su hija le dijese que su nieto, era hijo de los dioses, eso era imposible, nadie podía tener acceso a ella en aquella cueva, tras una fuerte y gruesa puerta de bronce.
Los cuerpos Dánae y de Perseo, encerrados en un cofre de madera iban a la derivad, hasta que el cofre arrastrado por la marea, fue a vararse a la isla de Sérifos.


Díctis, de profesión pescador y hermano de Polidectes, rey de la isla, los acogió en su casa educando a Perseo como si fuese su verdadero hijo, quien pronto se transformó en un arrogante y hermoso adolescente de asombroso valor.
El rey Polidectes se había enamorado perdidamente de la bella Dánae, pero a Perseo, que se había convertido en protector de su madre, era un impedimento para llevar a cabo su deseo… convertirla en su esposa.
Los nobles amigos del rey y el propio Perseo, son invitados a un banquete en palacio.

Sentados a la mesa Polidectes les preguntó – Vosotros que creéis que sería para mí, el regalo perfecto. –
Todos contestaron, que el más adecuado para el monarca, seria sin duda alguna…un caballo. Pero Perseo lleno de vanidad y osadía , menospreciando la contestación de aquellos nobles respondió  
-  No es obsequio cualquiera un veloz y ágil caballo, pero yo traería a mi soberano  la cabeza de la mismísima  Gorgona si preciso fuera.

Al día siguiente a las afueras del palacio, todos los príncipes llevaron al rey el caballo prometido , mientras el insensato  de Perseo llegó con las manos vacías.
 Furioso Polidectes le mandó que se marchase rápidamente en busca de la cabeza de la Gorgona y añadió
- De lo contrario, si vuelves sin la cabeza del terrible monstruo, me apoderaré de tu madre Dánae por la fuerza.

La misión era harto difícil, más bien inalcanzable de realizar, incluso para un héroe como Perseo. Pero los dioses Hermes y Atenea, afectivos con el hijo de Zeus y por lo tanto hermano suyo de padre, le prestaron su ayuda indicándole como podría conseguir llevar a cabo su empresa.
-       

           Busca primero a las tres Grayas, (Enio, Pefredo y Dino) hijas del dios marino Forcis que nacieron ya “viejas” y nunca fueron jóvenes y moran  en el país de la noche, donde el sol nunca se atreve a  alumbrar.- Y así poco a poco Perseo supo lo que debía de hacer.

Una vez las hubo encontrado, tal y como le habían dicho sus hermanastros, las Fórcides, tenían un solo y un solo diente para las tres, que utilizaban por turnos.
Perseo consiguió hacerse con el ojo y el diente, que solo les devolvería si le indicaban como acabar con la terrible Gorgona

Las ninfas dieron a Perseo sus sandalias aladas, una forja o zurrón y el casco de Hades, que permitía volverse invisible a quien se lo pusiese, además de Hermes recibió una hoz de pedernal resistente y afilada.
Volando gracias a las sandalias, consiguió llegar a la mansión de las tres Gorgonas (Esteno, Euríale y Medusa), desde donde se divisaba el azulado Océano, en la costa atlántica de España.

Ante las personas que ellas querían, las tres eran uno seres deformes, con escalofriantes ojos brillantes, que, a falta de cabellos, tenían serpientes sobre su cabeza. Colmillos como los jabalíes, una enorme lengua que salía de sus bocas. Protegían sus cuellos con las duras escamas de un dragón. Pero Perseo la vio tal y como ellas eran

En cuanto a sus manos, eran de puro bronce brillante, mientras que podían volar gracias a unas alas de oro.
Lo peor de todo, no estaba en su aspecto, lo peor era que con solo mirarte, te convertían en piedra. Solo de las tres hermanas, Medusa era mortal.
Sigilosamente se acercó siempre de espaldas volando, encontrándolas dormidas y sin sospechar lo que se les venía encima.

Decíamos que su destino no era regresar junto a su madre, y así que se dirigió a Argos su patria para reencontrarse con su abuelo Acrisio.
Acrisio, al enterarse, huye a Larisa para evitar la profecía. Ya en Larisa Acrisio asiste a la celebración de unos juegos sin saber que su nieto era un participante.
Perseo al enterarse de la existencia de aquellos juegos, decide participar en ellos, para conseguir el honor de la victoria.

Cuando llegó su turno, tensa sus fuertes y flexibles músculos, gira velozmente sobre sí mismo lanzando con fuerza el disco a lo lejos, con tan mala fortuna que golpeó a su abuelo Acrisio, sentado entre los espectadores de los juegos, provocándole su muerte y cumpliéndose así el indefectible oráculo al que nadie puede sustraerse.
Tras rendir a su abuelo los honores merecidos, y no deseando regresar a Argos, hace un cambio con su primo Megapentes, él se quedaría con el reino de Argos y él reinaría en el de Tirinto

En el reino de Tirinto, Perseo, viviría aún muchos años en compañía de su esposa Andrómeda.
Fundaría y fortificaría la ciudad de Micenas, cuyas murallas construyeron los Cíclopes con grandes piedras. Su primer hijo, Perse dio origen al pueblo de los Persas.

Recogida información en:

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