EL
ORIGEN
Existía
una tradición protocolaria de la Casa Real, dar tratamiento de ‘Primo del Rey’
a los Grandes de España y demás miembros de la nobleza.
En
base a este hecho, hallamos el origen a la expresión ‘hacer el primo’, con la insinuación
de hacer algo peor, como ser un incauto que ha sido engañado o se le ha tomado
el pelo.
Nos
encontramos en el año 1808. El mariscal francés Joachim Murat, cuñado de
Napoleón, fue enviado a comandar las huestes francesas en los años siguientes
al levantamiento popular, actuando con mano de hierro e imponiendo durísimos
castigos a los insurrectos
Pues
bien, en una carta remitida Murat, al infante español Antonio Pascual de
Borbón, hermano menor del rey Carlos IV, que en aquel entonces presidía la
Junta Suprema de Gobierno (por designación de Fernando VII), el cual no andaba
por los cerros de Úbeda, insinuaba la amenaza de pasar por las armas a todo
español resistente a las fuerzas de ocupación.
Debemos
aclarar, que Murat utilizó, con perversa ironía, el tratamiento que se daba a
los miembros de la Casa Real española, y a los nobles, cuando se dirigían a
ellos “señor primo”, al atolondrado infante, que estaba atado de pies y mano.
Mientras que Carlos IV y Fernando VII, estaba secuestrados en Bayona
Así
rezaba la misiva
«Señor Primo,
señores miembros de la Junta... Anunciad que todo pueblo en que un francés haya
sido asesinado será quemado inmediatamente... Que los que se encuentren mañana
con armas, cualesquiera que sean, y sobre todo con puñales, serán condenados
como enemigos de los españoles y de los franceses y que inmediatamente serán
pasados por las armas...».
Ante
tal tono, el infante quien no dudó en hacerla pública para que todo el mundo se
enterarse de las intenciones de Murat, quedando como un trapo a los ojos de sus
súbditos.
Así
que a los españoles que sacamos punta a todas las cosas, acuñamos la expresión
de hacer el primo, para referirnos, en adelante a quien se deja engañar con facilidad
TIRAR
LA CASA POR LA VENTANA
Lo
primero que encontramos para saber que significa tirar la casa por la ventana
es: que es una frase de uso coloquial que expresa cuando alguien derrocha o
gasta dinero sin control, ni medida.
Y
es que también, se usa para señalar a un individuo que se pasa con.: gastos extraordinarios –
bodas-comuniones-comidas de familia y ¡cómo no ¡, al que vive por encima de sus
posibilidades económicas.
El
origen de este dicho se remonta al siglo pasado, cuando a alguien le tocaba la
Lotería Nacional de España, nacida bajo el reinado del rey Carlos III, allá por
el año 1763
La estructura actual en décimos y sorteos
periódicos fue instaurada en 1812 por las Cortes de Cádiz.
Esta
expresión se utiliza así mismo en países de Latinoamérica: Colombia, Panamá,
Ecuador y Venezuela
CARGAR
CON EL MUERTO
¿Qué
es lo que ocurría, en la oscura Edad Media, cuando aparecía un cadáver en una
población en extrañas circunstancias sin que nadie pudiera identificarlo y
menos costear los gastos del entierro?
Si.
Sí, eso que están pensando ustedes, que el pueblo entero, de manera conjunta, debían
acoquinar los gastos del entierro. O pagar una multa llamada Homicidium u
omecillo, recogida dentro de las leyes de la época.
Estaba
mal pagar a un muerto desconocido, su sepelio, pero a dos, ¡de eso nada! Así
que algún listillo de esos que siempre piensan, se dijo – Lo mejor es, que
antes de que lo descubran las autoridades, “cargamos con el muerto”. O bien le
llevamos hasta el pueblo del lado, o lo tiramos a un río o al mar-.
Llegamos
a otra genialidad. Que, al cerrar el ataúd, agarrar a la muñeca del finado, un
hilo para pasarlo por el agujero del féretro, para luego atarlo a una
campanilla, que se debía colocarse sobre la tierra
El
objetivo era el siguiente, si el fiambre no estaba muy fiambre, podía tirar del
hilo y así sonaba la campa y lo desenterraba, aquella persona, que se había
quedado junto al ataúd durante unos días
Y
sin comerlo ni beberlo, de esta acción surge la expresión “salvado por la
campana” que usamos hoy en día.
Los
lugares para enterrar a los muertos eran de pequeñas dimensiones y no había
siempre suficiente sitio para todos.
Los
ataúdes eran abiertos, y los huesos de su interior se retiraban para reutilizar
la caja funeraria con otro cadáver.
A
veces, al abrir los ataúdes, se observaba que el enterrado había arañado la tierra,
lo que los llevaba a pensar que había sido enterrado vivo.
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