La belleza,
en todos los ámbitos (música, arte, belleza física, y un largo etc.) siempre se
ha buscado. No digamos si se consigue el poder de llegar a ser “Beautiful For
Ever”, o sea bella para siempre, ya sería el summum.
Y en eso
estaba y trabajaba nuestro personaje, Madame Rachel, allá en el Londres de la
Época Victoriana.
¿Y quién era Madame Rachel?
Era Sarah
Rachel Russell o Leverson o Levison, nacida en el
seno de una familia teatral judía en Londres alrededor de 1814, prima del
músico Henry Russell.
Sara
estaba casada con un químico asistente en Manchester. Separada volvió a
casarse, esta ve en el año 1844 con Jacob Moses, quien la abandonó dos años después,
en 1846. El señor Moses se ahogó, cuando el vapor Royal Charter naufragó en la
playa de Porth Alerth en la bahía de Dulas en la costa noreste de Anglesey el
26 de octubre de 1859. Pero retomemos la vida de Sarah, quien vivió y tomó el
apellido de Philip Levis, trabajando como vendedora de ropa.
Con el tiempo, monta un salón de belleza en
Londres, en Bond Street dedicada exclusivamente a la mujer, que, para
mantenerse guapa, podrá adquirir sus exóticos productos: Perfumes de Arabia,
cremas faciales, jabones y lociones para el cabello.
A dicho salón,
solamente podrán entrar, gente de nivel alto (aristócratas y damas con alto
poder adquisitivo) porque los precios de sus productos son realmente
desorbitados.
Uno de sus tratamientos estrella que ofrecía,
era el “esmaltado”
¿Y qué
era el esmaltado?
Un
paquete que consistía en:
– La
eliminación del vello facial
– Lavados
alcalinos
–
Aplicación de una gruesa pasta para las arrugas (que generalmente incluía
arsénico o plomo blanco)
– Y
finalmente un toque de colorete y polvo.
Su fama
llegó tal alto, que sus clientas acudían clandestinamente a su comercio,
(Ocultas bajo velos negros ya que el uso de maquillaje y los tratamientos de
belleza eran mal vistos).
No hay
nada como ser ingenuas o no estar seguras de ser mujeres bellas o atractivas,
para caer en una red, tejida por una araña llamada Madame Rachel, que mentía
sobre su edad, para que sus clientas, viesen como los productos que ofrecía,
eran de indudable calidad, con efectos a la vista.
Con lo
que vino después, aquellas ricas damas, no solo conocieron los secretos que
Sarah guardaba, entre otros, que antes de ser Madame Rachel y de vender
cosméticos y artículos de tocador utilizando un folleto titulado Beautiful for
Ever, había sido encarcelada, no mucho tiempo, por adquisiciones, y que sus
productos, como ella admitió en el juicio, estaban hechos de agua y salvado.
También sufrieron el acoso, el fraude y el chantaje de la esteticien
Sarah utilizaba
su salón como fachada, pudiendo chantajear a muchos de sus miembros ricos y
prominentes de la élite social de Londres durante la década de 1860.
Entre sus
garantías engrandecidas, a menudo, fraudulentas, llegó ofrecer a los clientes
al menos sesenta preparaciones, incluida una mezcla personal de polvos
faciales, tono de polvo facial que aún, está en boga, llamado
"Rachel", que no lleva el nombre de Madame Rachel sino, el de la
actriz Madeimoselle Rachel.
Los
rumores de chantaje e intimidación terminaron en una denuncia anónima de una de
sus clientas (a quien sometió al escarnio público)
Pero no
por eso abandonó su participación en la prostitución, el fraude y el chantaje (con
joyas de por medio) durante las décadas de 1860 y 1870.
Fue
detenida en varias ocasiones, llevada a juicio por fraude en 1868, que no fue
concluyente. Un mes más tarde en septiembre fue declarada culpable y condenada
a cinco años de prisión, pasándolos en la prisión de Millbank, fue liberada en
1872.
Pero volvió a reincidir y seis años más tarde, 1878, volvió a ser fue juzgada de nuevo. La sentencia fue pronunciada por el barón Huddleston, condenada a otros cinco años de prisión, que no llegó a cumplir, puesto que falleció, dos años después, en la prisión de Working, donde había sido internada, el 12 de octubre de 1880. Está enterrada en el cementerio judío de Willesden en Londres, su tumba es difícil de encontrar y no tiene lápida.
Tal y
como decíamos al principio de esta rocambolesca historia, Rachel Russell o
Leverson o Levison o Madame Rachel, aprovechó la ingenuidad de sus clientes
para sacarles sus secretos más íntimos y luego usarlos en su contra. Las
mujeres callaban por temor a ser descubiertas.
Terminamos
con las cosas que, las mujeres o las damas o la aristocracia, hacían o se
ponían para estar bellas
Lo primero,
es decirles que los cosméticos eran “indecentes”: la discreción suponía el
dogma de las damas victorianas en cuanto al maquillaje se refiere ya que su uso
obvio era considerado de “actrices y mujeres de la calle”
Los
perfumes proseguían la misma línea que el maquillaje: delicados, como la violeta o la lavanda, y huir
de olores fuertes, como el almizcle
Seguro que
estarán de acuerdo conmigo, cuando los conozcan, que los tratamientos a los que
recurrían para embellecer otras partes del cuerpo, llegaban a ser desmedidos y problemáticos:
Exprimirse zumo de naranja sobre los ojos
para tenerlos brillantes.
Para
bajar la hinchazón de los párpados, usaban pomada de mercurio, o para depilarse,
echaban mano de preparados cáusticos de arsénico, lima y potasio que a menudo
“provocaban úlceras y llagas”
https://en.wikipedia.org/wiki/Sarah_Rachel_Russell
https://historyimagined.files.wordpress.com/2017/03/madame_rachel.png
https://helenrappaport.com/wp-content/uploads/2018/08/Beautiful-for-Ever-opt.jpg
https://cosmeticsandskin.com/aba/images/1868-rachel.jpg
https://secure.i.telegraph.co.uk/multimedia/archive/01612/beauty_main_1612320f.jpg
https://secure.i.telegraph.co.uk/multimedia/archive/01612/beauty_main_1612320f.jpg
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/af/Portrait_of_Henry_Norris_Russell.jpg