W. REGINALD BRAY POR CORREO

 





W. Reginald Bray, un contable del sur de Londres, un inglés muy británico, que en 1898 se dedicó a tocar las meninges al sistema postal inglés, pues se había estudiado de forma exhaustiva, la guía del servicio postal británico.

Así conoció, de primera mano, cómo se podían enviar las cartas: en qué clase de formatos podían escribirse las direcciones y nombres de los destinatarios.

También en ella se aseguraba que se podían enviar seres vivos siempre y cuando fueran más grandes que una abeja y más pequeños que un elefante.

Así, que, con la lección bien aprendida, envió postales, ¡agárrense! con las señas escritas en verso, también por medio de jeroglíficos, alejadas de la dirección necesaria (“A cualquier residente de Londres”) o, en un alarde de creatividad, representadas por fotos de paisajes urbanos que recortaba de periódicos.


 Rodeaba alguna de las viviendas con un óvalo y ya sólo le quedaba añadir “Al residente de”. Algunas de estas misivas llegaban sin problemas a sus destinatarios, a quienes Bray rogaba que se las reenviaran de vuelta para constatar el éxito de sus experimentos.

 Otras no llegaban más allá de la oficina de Correos antes de volver a su domicilio con una cancelación del tipo “Contraria a las regulaciones” o “Dirección insuficiente”.

A menudo, más que poner a prueba el sistema postal inglés, Bray acababa tanteando la paciencia, el ingenio y el sentido del humor de los individuos que trabajaban en él.


Mientras que uno podía imaginar la impaciencia o el desconcierto de los funcionarios por los matasellos que estampaban en las cartas fallidas de Bray, otros carteros no sólo participaban en sus juegos solucionando sus enigmas, sino que alguno incluso aportaba su propio chascarrillo.

Por otra parte, Bray investigo qué se podía mandar por correo. Algunos de los chocantes objetos que envió fueron un cráneo de conejo sin envoltorio alguno y con las señas escritas directamente sobre el hueso, unas cuantas cebollas, un bolso con la dirección y los sellos en su interior o una primorosa postal hecha enteramente a ganchillo por su madre.

La llegada de todas estas curiosidades debía de resultar un momento señalado en la rutina de la oficina de correos, cuyos trabajadores estaban no obstante lejos de imaginar hasta dónde alcanzaría la audacia de aquel estrambótico cliente.

Así que decidió enviar a casa de su madre, vía postal a su perro Bob, que, una vez llegado, la señora Bray, se le reenvió a su hijo (volvió llevado de su correa por el cartero)

En la segunda de estas ocasiones se certificó a sí mismo, con el objetivo concreto, obtener una prueba documental de su gesta. El formulario, con fecha de 1903, da fe de la entrega en el número 135 de Devonshire Road, en Forest Hill, de una “persona ciclista”, ya que Bray hubo de seguir al cartero pedaleando en su bicicleta.



Pero el señor Bray, tenía otra afición, coleccionar autógrafos, que, al principio del siglo XX, muchas personas practicaban, y que no le llegaban ni al talón, por lo que la final, se le apodó como “El rey de los autógrafos”

Y a través del correo, cómo no, consigue la firma de muchas personas famosas y amables al público, aunque también, haciendo gala de la minuciosidad mostrada en sus anteriores actividades, logrando así mismo la de personajes de fama fugaz e incluso indigna, como en el caso de un militar condenado por alta traición.

Las postales de Bray mandaban llegaban a todos, sin excepción, y que le eran devueltas por personajes tales como: adustos generales de la Guerra ruso-japonesa, que estampaban sus firmas en ellas, así como los actores del momento lo hacían con engreimiento y un punto de hastío.



Sin olvidar altos cargos de empresas tan importantes como lo es la Nestlé, que, a punta de estilográfica, algunos llenos de sorpresa, otros pueden con ironía o en broma, las firmaban. Y como era de esperar, algunos se resentían a la pertinaz insistencia de Bray. Hitler fue uno de ellos.

Tal vez la extravagancia de W. Reginald Bray sólo hubiera sido conocida por sus allegados y por los carteros, de no ser por su astucia para darse a conocer al público.

Hasta consiguió ser entrevistado por la BBC, y que su colección de autógrafos fuese objeto de varias exposiciones. Colaboró en respetadas revistas con varios artículos.

Fue en la de Postal Freaks, donde Bray relató las pruebas a que había sometido al servicio de correos.

Claro que los editores para curarse en salud, añadieron al artículo una advertencia que trataba de quitar de la cabeza, a esos imitadores de Bray, que sobrecargasen las oficinas postales con demandas surrealistas. O bien, se les hizo caso a los editores, o bien Bray era único para conseguirlo, la cuestión es que el sistema postal inglés no colapsó.



Sea como fuere, todo artista postal, pasado, presente o futuro, tiene en W. Reginald Bray un precedente al que seguir desde principios del siglo XX.

Al cumplir los 60 años se cree que el señor Bray había enviado 30.000 objetos por correo. Por desgracia, no siempre tuvo éxito. Entre sus fracasos más sonados destaca la imposibilidad del servicio postal británico para entregar una carta a Santa Claus.

https://librogatochocolate.wordpress.com/2016/09/30/el-ingles-que-se-envio-a-si-mismo-por-correo/

https://c.files.bbci.co.uk/9434/production/_99204973_eabc1b0d-72e9-4d4a-929d-cc4e7410c215.jpg

https://postalheritage.files.wordpress.com/2011/07/0324-reginald-bray-in-his-study.jpg

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxv7s7UDQI0AN9uPArYMFvgPd7MsHOqF8IKfJ3S2208NbF27Q0rNIcMUH4R20Qf2JK3cAyzt-Mu92oy25cadzKOwHdCCVP_Dsaz65omQdV_6m3nZbXG5u9Ssr2e8279n2d8Cos90P35_E3/w1200-h630-p-k-no-nu/table.jpg

https://heartheboatsing.files.wordpress.com/2016/05/bray2postmen.jpg

http://photos1.blogger.com/blogger/6389/1793/320/dcsellos.jpg

https://i.pinimg.com/236x/c6/0b/0d/c60b0d946eefe7b528987bd59646adbe.jpg

 

web counter