MUJERES QUE DIERON QUE HABLAR DIAN FOSSEY


 


Recordada como una de las primeras primatólogas del mundo, formó un trío, con otras dos prominentes investigadoras en primates, conocido como las Trimates” Jane Goodall y Birutė Galdikas.  (Fossey en gorilas, Goodall en chimpancés y Galdikas en orangutanes). Las tres fueron enviadas por Leakey a estudiar los simios en su hábitat natural.

Nació en San Francisco en 1932, graduándose en Terapia Ocupacional en la Universidad Estatal de San José.  1954 comienza a trabajar, durante varios años en un hospital de Kentucky.

Un encuentro ocasional, le hace que conozca a 


George Schaller, destacado zoólogo estadounidense, quien se dedicó al estudio de los gorilas.

Aquel trabajo cala muy hondo en Fossey, y en 1963 viaja a África, donde tuvo la oportunidad de observar y estudiar a los gorilas, en su propio territorio, en montañas Virunga, en Ruanda y en la República Democrática del Congo. 

 A su regreso a Estados Unidos, y tras ocho meses aprendiendo suajili con el apoyo de National Geographic, Fossey se instaló en África, primero en el Congo, en las montañas Virunga, donde existía una de las colonias más grandes de gorilas conocidas



Conoce a Louis Leakey, un arqueólogo británico, de quien aprendió la importancia del estudio de los grandes simios para comprender la evolución humana.

En 1966 consigue el apoyo de la National Geographic Society y la Fundación Wilkie para trabajar en Zaire, aunque la insegura situación política del país la obligaría a trasladarse a Ruanda para continuar sus investigaciones.

Allí, entre los montes Karisimbi y Visoke, cerca de las fronteras con Zaire y Uganda, fundó el Karisoke Research Center, que funcionó desde 1967 hasta 1980.




Mujer de especial paciencia y de meticulosa observación, le hicieron comprender, e incluso imitar su comportamiento, ganando paulatinamente la aceptación de varios grupos de gorilas.

Dian aprendió a reconocer las características únicas de cada individuo, llegando a tener con ellos una relación de confianza y afecto.

 Karisoke, su lugar de estudio, pronto se convirtió en centro internacional de investigación sobre los gorilas cuando ella fundó el Centro de Investigación del mismo nombre en 1967. Y en 1974 recibió el grado de doctora en Zoología por la Universidad de Cambridge.



En 1983 publicó “Gorilas en la niebla” la valiosa herencia olvidada de Dian Fossey, plasmada en un libro, en donde se expone sus investigaciones, así como su relación con los gorilas durante 22 años

 Su trabajo contribuyó en gran parte a la recuperación de la población de gorilas y a la desmitificación de su supuesto comportamiento violento.



En esas dos décadas y pico, Fossey se enfrentó y combatió la actividad de los cazadores furtivos que estaban llevando la especie de los gorilas de montaña a la extinción. Esta lucha le creó muchos enemigos.

La terrible muerte, a machetazos, fue atribuida al jefe de los cazadores furtivos de gorilas contra los que luchó.

Aunque en un principio se señaló a los furtivos, posteriormente fue acusado Wyne McGuire, un joven estudiante que se encontraba bajo la asesoría de Fossey y al que se le acusó de ‘celos profesionales’.

 McGuire huyó a Estados Unidos poco antes de que un Tribunal ruandés le acusase del crimen y le condenase a morir fusilado en cuanto pisara territorio de Ruanda.

Hoy en día, sin embargo, la teoría más extendida es la del asesinato a manos de los furtivos con el apoyo de las autoridades ruandesas.

Fossey fue encontrada muerta en el dormitorio de su cabaña en las montañas de Virunga, Ruanda, el 26 de diciembre de 1985. La última entrada en su diario decía:7

Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se preocupa menos por discutir sobre el pasado, y se concentra más en la conservación para el futuro.

La cabaña mostraba signos de lucha porque había vidrios rotos en el suelo y las mesas, junto con otros muebles, volcados.

Pero no faltaron ninguno de los objetos de valor de Fossey: doscientos dólares en efectivo, cheques de viaje, y el equipo fotográfico permanecían intactos. Estaba a dos metros de distancia de un agujero cortado en la pared de la cabaña al momento de su asesinato.

Fue enterrada en Karisoke, un lugar que ella había construido para sus amigos gorilas muertos, cerca de Digit y cerca de muchos gorilas asesinados por los cazadores furtivos. Los servicios conmemorativos se llevaron a cabo también en Nueva York, Washington y California.

En su testamento dejaba todo su dinero (incluidas las ganancias de la película de Gorilas en la niebla) destinado a la Fundación Digit para financiar las patrullas contra la caza furtiva. Sin embargo, su madre, Kitty Price, impugnó el testamento y ganó.

Gracias a su trabajo se ha logrado triplicar la población de gorilas de montaña, que ha pasado de los 250 en los días de Fossey a los casi 800 de la actualidad.



 https://es.wikipedia.org/wiki/Dian_Fossey

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