No
sé el motivo, por el cual, la fundación de muchas ciudades, de las que se da
como hecho histórico, y que muchos de sus elementos sean reales, finalicen
cayendo en el extenso campo de las leyendas.
Y
esto es lo que también le ocurre a Alejandría, desde el momento de su fundación.
De ella se ha escrito que fue una de las ciudades más todopoderosas, boyantes y
notorias de la Antigüedad
Alejandría fue la capital del reino helenístico de los Ptolomeo (la dinastía ptolemaica fue fundada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno. Esta dinastía gobernó en el Antiguo Egipto durante el período helenístico desde la muerte de Alejandro hasta el año 30 a. C., en que se convirtió en provincia romana) a la vez que se convertía en otra capital, en la de la cultura mediterránea.
Su
arquitecto, Dinócrates, también creó el trazado de la ciudad, construyéndose barrios,
semejantes a los que edificaron los españoles en las ciudades
hispanoamericanas, las llamadas cuadras.
Todas
las calles poseían conducciones de agua por cañerías. Dividiéndose administrativamente,
en cinco distritos, cada uno de los cuales llevó como primer apelativo una de
las cinco primeras letras del alfabeto griego.
Alejandría,
al estar frente a la isla de Faros y cercana al fértil valle del Nilo, propició
la llegada ricos comerciantes y artesanos.
No
obstante, a pesar de estar edificada en suelo egipcio, siempre fue y se sentía
griega por los cuatro costados. Hasta tal punto lo fue, que los griegos y los latinos,
cuando hablaban de ella, decían Alejandría “junto a Egipto” nunca Alejandría “en
Egipto”.
El
Reinado de Alejandro, que, aparte de ser, rey de Macedonia, Hegemón de Grecia,
Gran rey de Media y Persia, fue Faraón de Egipto (332 a. C), estuvo marcado por:
luchas por el poder, la lujuria al cubo y las intrigas (el pan de cada día)
Tenemos
que el escritor griego Plutarco: historiador, biógrafo y filósofo moralista, en
su biografía “Vida de Alejandro”, describe como el rey, se inclinó, por el
emplazamiento de esta ciudad tras tener un sueño, en el cual aparecía un
anciano de larga y blanca barba, el cual recitaba un pasaje de la Odisea de Homero,
y en él se citaba a la isla de Faros
Nada
más despertarse, se viste y pide con premura, que le llevasen al lugar de la costa,
que estaba frente a la citada isla, dándose cuenta, de que se encontraba ante
el lugar idóneo donde edificar, la que sería, la nueva capital de Egipto.
Ansioso
de señalar el territorio de la nueva ciudad, dispuso que le dieran algún
material con el que delinear el futuro recorrido de la muralla. De vuelta los
sirvientes, sólo trajeron varios sacos de harina.
Pero
Alejandro en vez de desanimarse, con harina trazó los límites de la que sería
la bella Alejandría. Acto seguido, todo tipo de aves surgieron de las marismas,
para picotear el polvo blanco. El terror que sintió Alejandro, dejó blanco el
semblante de este, pues interpretó, que aquel suceso, era signo de mal augurio.
Pero
entre su séquito viajaba el adivino Aristandro, quien le sacó de su error, manifestando
que aquélla era una señal de los dioses indicándole, la riqueza y prosperidad
que la ciudad alcanzaría tras su fundación.
No
obstante, Alejandro no llegó ver la ciudad construida, ya que tuvo que
abandonar Egipto, para culminar sus campañas contra Darío, rey de los persas.
Años
después, la muerte le sorprendió en Babilonia, pero Ptolomeo, uno de sus
generales, decidido a crear un reino en el que instaurar su propia dinastía,
partió hacia Egipto llevando consigo el cuerpo del rey.
De
este modo, Alejandro Magno regresó a Alejandría, la ciudad que acogería su tumba
durante siglos.
Fue
Demetrio de Falera quien sugirió a Ptolomeo la creación de una biblioteca, que se guiaría por el supremo ideal,
de una colección de libros internacional, con obras griegas y traducciones al
griego de obras escritas originalmente en otras lenguas del Mediterráneo, el
Medio Oriente y la India.
Por
sus pasillos se paseaban personajes tan famosos como lo fueron: el astrónomo
Hiparco, quien trazó un mapa de las constelaciones y clasificó las estrellas
por su brillo aparente, así como Arquímedes, el genio de la mecánica, entre
otros. Ya en el ocaso de la biblioteca, seis siglos después, brilló la figura
de una mujer, astrónoma, matemática y física, llamada Hipatia, a la que,
personas que no aceptaban lo que ella explicaba y podía demostrar, la llevaron
a una horrible muerte.
Tras
la famosa biblioteca convive el no menos famoso faro de Alejandría, construido
en el siglo III, destinado a servir como punto de referencia del puerto, con
una altura de 150 metros, considerado como una de las estructuras más alta,
construida por el hombre, durante muchos siglos.
Muchas
personas, desconocen, que, para dicha construcción, se llegaron a utilizar,
grandes bloques de vidriero que fueron utilizados en los cimientos, para evitar
la erosión y aumentar su resistencia.
El
Faro de Alejandría, sobreviviría al resto de seis compañeras, las Maravillas
del Mundo Antiguo, pero no se libró de que fuese dañado en dos ocasiones por un
terremoto en 1303 y el segundo en 1323.
Con sus restos Qaitbey sultán de Egipto, en 1480, utilizó bloques pétreos de dichas ruinas para construir una fortaleza.
En
el Museo del Cairo, se pueden contemplar, parte de su historia, así como contemplar,
algunos pedazos de su estructura, aunque solo pueden verse, algunos restos de
mármol y roca.
En
la actualidad siglo XXI, es una ciudad moderna, con un trazado en cuadrícula al
estilo griego, o europeo del siglo XIX, que no se asemeja a las laberínticas
ciudades islámicas. Ubicada sobre una península, se extiende hasta la Isla de
Faros y por tierra firme se extiende al sur del puerto oriental.
https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandr%C3%ADa
https://www.ecured.cu/Alejandr%C3%ADa_(Egipto)
https://cdn2.civitatis.com/egipto/egipto/guia/alejandria.jpg
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https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/fotos/hiparco.jpg
https://www.lifeder.com/wp-content/uploads/2020/03/Hipatia-de-Alejandria-retrato.jpg
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