LA PESTE ANTONINA

 



El expansionismo de Roma hacia tierras desconocidas trajo nuevas enfermedades.

Por eso, a su vuelta de la expedición contra el Imperio seléucida en Mesopotamia (segunda mitad del siglo II), las tropas romanas volvieron con un enemigo invisible.

Algunos de los soldados de las legiones se habían contagiado de una enfermedad infecciosa durante el asedio de Seleucia.



Esta afección comenzó a extenderse por Occidente en el año 165 y duraría hasta el 180, quince años en los que se aprecia que, transformada en una mortífera pandemia, se cobró la vida de cinco millones de personas en todo el Imperio.

La epidemia pudo causar la muerte del emperador romano Lucio Vero, quien falleció en 169 como corregente de Marco Aurelio, cuyo nombre de familia "Antonino" quedó asociado a la pandemia.



                                                                                              LUCIO VERO

Galeno, el gran médico de la época, describió los síntomas de esta epidemia tras haber sido testigo de un brote de la enfermedad entre las tropas romanas estacionadas en Aquilea, en la costa adriática, en el invierno de 168-169.

Según sus anotaciones, que apuntó en uno de sus tratados, la enfermedad se caracterizaba por fiebres, diarrea, inflamación de la faringe y erupciones secas en la piel

La enfermedad volvió a estallar nueve años más tarde, según el historiador romano Dion Casio, y causó hasta 2000 muertes por día en Roma, una cuarta parte de las personas infectadas.

Se ha estimado que perecieron cinco millones en total, aproximadamente un tercio de la población en algunas zonas, y, además, diezmó al ejército romano.

En la actualidad, algunos analistas creen que se puedo haber tratado de una epidemia de viruela o sarampión.

En su tribulación, muchos buscaron protegerse con magia y otras supersticiones.

El mundo antiguo jamás  se recuperó del golpe de la peste que le visitó, siendo emperador Marco Aurelio».

Según los escritos de Paulo Orosio (siglo V), algunas aldeas y ciudades españolas e italianas y las provincias europeas perdieron todos sus habitantes.

La enfermedad no se quedó quieta en determinados países , así mismo infectó los pueblos germanos y galos fuera de las fronteras del Imperio.

Desde 167 hasta su muerte, el emperador Marco Aurelio dirigió en persona varias legiones cerca del Danubio, tratando, con un éxito parcial, de controlar el avance de los pueblos germánicos a través del río.



La gran ofensiva programada contra los marcomanos se aplazó hasta 169 debido a la escasez de tropas.

Durante la campaña germana, Marco Aurelio escribió en griego su obra filosófica Meditaciones.

En un pasaje, el IX, , afirma que incluso la peste que le rodea es menos letal que la falsedad, la mala conducta y la falta de un verdadero entendimiento.

Mientras agonizaba, Marco Aurelio pronunció estas palabras: «No lloréis por mí. Pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros».

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