El
mundo paranormal y la ciencia siempre han estado en desavenencia
Diversos sucesos, ha habido en la historia
relacionados con lo extrasensorial, y todos ellos (o quizás la gran mayoría)
han estado bien discutidos sobre su veracidad. No obstante, puntos de vista y
creencias hay y habrá miles.
Un
caso bastante conocido, y tal vez revolucionario, fue el de Nina Kulagina, una
rusa nacida en 1926 que mostró en sus últimos veinte años de vida (entre 1960 y
1990) una amplia gama de poderes psíquicos.
Por
ejemplo, podía ver mentalmente lo que la gente llevaba en los bolsillos,
identificar la enfermedad de alguien al aparecer una imagen de ésta en su
mente, o, entre otras, disponía de dotes curativos con sus manos.
Se
dice que un día, estando severamente enfadada, se dirigió hacia un armario de
su apartamento, y en ese instante una jarra que había sobre él se movió hacia
la plataforma, cayéndose y rompiéndose en mil pedazos.
A
partir de ese momento, otros sucesos extraños sucedieron en su apartamento: las
luces se encendían y se apagaban, y los objetos se movían siendo atraídos de
algún modo por ella.
Todo
parecía apuntar a que se trataba de algún tipo de actividad poltergeist, pero
Nina estaba convencida de que la fuerza psíquica emanaba de ella, y que era
controlable.
En
1964, mientras se recuperaba en el hospital de un ataque de nervios, pasaba varias
horas practicando la costura.
Varios
médicos asombrados explicaron que ella era capaz de escoger el color de hilo
que necesitaba sin mirarlo. Esto es lo que se conoce como «dermoóptica», la
capacidad de conocer los colores con el tacto.
Poco
después, Nina contactó con parapsicólogos locales, y al año siguiente accedió a
participar en varios experimentos y, así, ser estudiada.
Entre
esas pruebas destacó especialmente su telequinesis, que es la habilidad de
mover los objetos con la mente.
Fueron
tales los resultados, que se vio obligada a ocultar su identidad bajo el
pseudónimo de Nelya Mikhailova.
Previamente
a cada prueba, dicen los informes, que Nina requería de un tiempo de
meditación, con el fin de eliminar cualquier pensamiento de su mente.
Podía abrir la cáscara de un huevo con las dos manos
Y
esto, en ocasiones, podía llevar horas. Curiosamente, al llegar al punto máximo
de concentración, la psíquica se quejaba de un fuerte dolor en la espina dorsal
y de padecer visión borrosa.
Además,
eventualmente aparecían unas quemaduras en sus manos, e incluso algunos
científicos (célebres, gran parte de ellos) afirmaron ver que se prendían fuego
sus ropas.
Nina
demostró poder mover, e incluso hacer levitar, cualquier tipo de objeto,
independientemente de su peso o tamaño, aunque a una velocidad considerablemente
lenta.
Es más, los investigadores se percataron de
algo destacable: tras cada prueba, la rusa irradiaba un enorme voltaje
eléctrico de una potencia inusual, así como otros efectos extraños.
Al
comprobar su efectividad, quisieron experimentar si Nina era capaz de manipular
los tejidos y células vivas. Para ello emplearon una rara, a la que ella debía
detener el corazón.
Con
esfuerzo y centrándose en su objetivo, consiguió que los latidos se volvieran
irregulares, hasta que finalmente el anfibio murió. Tras este éxito, trataron
de repetirlo en humanos con la ayuda de un voluntario. Sin embargo, cuando éste
estuvo a punto de sufrir un paro cardíaco, la prueba fue detenida.
Poco
después, la salud de Nina empeoró. Empezó a padecer problemas cardiovasculares
debidos, decía ella, a las incesantes pruebas a las que era sometida. Los
experimentos se redujeron, pero aun así su estado no mejoró, y murió en 1990.
Rusia,
Georgia y otros países de Europa del Este tienen una importante tradición de
parapsicólogas que desde el gran director de cine Andrei Tarkovsky hasta Joseph
Stalin consultaron a estas mujeres con fuertes poderes psíquicos. Una de las
más famosas fue Nina Kulagina, quien tuvo un rol importante durante la Guerra
Fría.
Nina
Kulagina, fue una ex integrante del
regimiento de tanques del Ejército Rojo, que causó conmoción, dentro y fuera de
la Unión Soviética, al divulgarse, en marzo de 1970, cuando era ama de casa y
estaba alejada de las armas, que detuvo con la mente los latidos del corazón de
una rana.
Nina
sirvió en el frente de batalla en el tanque T-34 como operadora de radio, y se
distinguió lo suficiente como para llegar a ser sargento mayor. Pero dejó la
lucha cuando fue gravemente herida. Afortunadamente, logró recuperarse y más
tarde se casó y tuvo un hijo.
Los
médicos se sorprendieron cuando vieron que la mujer era capaz de meter la mano
en su cesta de costura y elegir cualquier color de hilo que necesitara sin
mirarlo.
Los
doctores la contactaron con los parapsicólogos rusos y, al año siguiente,
cuando ya estaba totalmente recuperada, aceptó participar en varios
experimentos. Así comenzaron las pruebas por las que logró un lugar destacado
en la historia de la Guerra Fría.
Hoy
en día, se cree en la posibilidad de que, dado que el gobierno soviético estaba
en plena Guerra Fría y Nina había participado en la Segunda Guerra Mundial, es
probable que se falsificasen los informes para hacer creer a Occidente que
estaban frente a una nueva forma de control y de poder militar.
Otros,
sin embargo, creen que los vídeos filmados sobre los experimentos (que pueden
encontrarse fácilmente en Internet), no son más que trucos y fraudes.
Quién
sabe si el caso de Nina Kulagina fue o no real. No obstante, no es la primera
ni será la última en afirmar la existencia o la posesión de alguna capacidad
paranormal.
https://es.wikipedia.org/wiki/Nina_Kulagina
https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQZ0e5DUmy1J7mBHlTXhVbca1MB-5PkOI7w27LNLozVV8zz7ziN&s