Todo parece ser que la Sisla, podía ser, una antigua,
una muy antigua, de una determinada comarca, dentro de un denso bosque
mediterráneo, en la época de la Roma de los césares.
Esta comarca se la podría definir como, posiblemente
como la “responsable” de su denominación, ya que silva es un lugar boscoso,
región natural de cierta
Se trataba de una región natural de cierta extensión,
que, con capital en Toledo, se extendía por los actuales términos, entre otros
de Ajofrín, Almonacid, Casasbuenas, Villamuelas o Yepes.
Tras convertirse en un deforestando para ser cultivado,
aparecieron aldeas y haciendas alrededor de las tierras más fértiles. Esto
daría origen a los pueblos de la zona.
De los años1162 y 1171, época mozárabe, son los
documentos más antiguos, así la denominación de Cisla y en 1192 ya como Sisla.
Dependiente de la Basílica de Santa Leocadia en la Vega
Baja, desde el año
1162 ya se cita a una ermita la de Santa María de
Cisla, Alrededor de esta ermita quedó fijado el topónimo -que dejó de usarse
para el resto de la comarca- que desde entonces hace referencia a la dehesa
situada cerca de Toledo en la zona sureste de la ciudad.
En este paraje se levantaba esta ermita construida en
1384, que será el segundo convento de Jerónimos de España, con la misma
denominación de Santa María de la Sisla.
Desde entonces dio comienzo a una larga época de
prosperidad del convento, quien contaba con amplios recursos naturales de la
zona que le rodeaba.
La armonía, por suerte, dormía tranquilamente, solo
despertó en 1521 cuando en la revuelta de los Comuneros de Castilla se instaló
en el convento el prior de San Juan con sus tropas para asediar Toledo, que se
había unido a la causa comunera y ofrecía feroz resistencia.
El acuerdo de paz allí firmado se conoce como Concordia
de La Sisla.
Tanta paz tenía, que hasta los reyes Carlos V y Felipe
II, se plantearon seriamente construir aquí su gran palacio de retiro, aunque
el segundo monarca, se decidió por El Escorial.
Con la llegada de las tropas napoleónicas en1808, aquella
paz celestial, volvió a verse interrumpida la paz de los jerónimos instalados
secularmente en estas tierras.
En 1821 comenzó el principio del fin del convento, que
fue vendido a un particular con motivo de la primera desamortización.
Y en 1835 la Orden Jerónima quedó extinga, demoliendo
la iglesia y el convento, mientras que sus artesonados son trasladados a la
calle Atocha de Madrid para adornar la vivienda del banquero que lo había
adquirido llamado José de Buschental.
Tras unos años reducido a casa de labor, volvieron
grandes tiempos para este paraje.
A comienzo del siglo XX, por iniciativa de Consuelo
Cubas, Condesa de Arcentales, señora de Pelizaeus y Condesa de Santa María de
la Sisla, hija de los marqueses de Cubas y de Fontalba, se edifica un
impresionante palacio
Parte de los restos del antiguo convento, se
aprovecharon para erigir el fabuloso palacio, que se hizo famoso en toda España
por su riqueza, entre la que destacaba el trabajo de los grandes artistas de la
época, como por ejemplo el maestro rejero Julio Pascual, autor en el palacio de
increíbles verjas, lámparas, barandillas y faroles.
Como era de esperar, en aquellos años, este palacio,
motivó manifestaciones muy curiosas, que hablaban de ritos extraños en él
celebrados.
Aunque, se ha escrito que se trataba de rituales
satánicos, lo más posiblemente, es que fuesen reuniones masónicas, ya que está
demostrada la filiación masónica de muchos de los nobles que frecuentaban el
palacio.
Los jardines fueron diseñados por el afamado Cecilio
Rodríguez, autor del parque del Retiro
Sin embargo, llegó la maldita guerra civil y el palacio
fue ocupado por ambos bandos, primero por las milicias republicanas y
posteriormente por requetés franquistas.
El edificio fue saqueado y desmantelado, quedando muy
deteriorado, lo que el entonces, “propietario”, entre comillas, del palacio,
bueno lo que quedaba de él, decide dinamitarlo, pues no le pagan lo que él
pide
Por tanto, en 1975 fueron demolidos los restos del
palacio, de modo que, en la actualidad, integrado dentro de terrenos de la
Academia de Infantería, el edificio existente apenas conserva elementos de
interés.
Tan solo se conservan pequeñas partes valiosas, como
por ejemplo bancos con cerámica de gran belleza obra del famoso Daniel Zuloaga.
Esta zona, esperamos, que, como otros tantos pueblos,
esta vez toledano cargado de historia, pero desgraciadamente muy desconocido en
la actualidad, no se quede en el olvido
Fuente: http://toledoolvidado.blogspot.com.es/
https://revistavocesdelmisterio.wordpress.com
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